La escena de hoy puedo decir que es una de mis preferidas, y es que en esta ocasión la música que la acompaña recoge a la perfección no solo lo que ocurre en esa escena, que es además la escena final de la película, si no que encierra en sus notas el significado de toda la obra llevada al cine por el maestro Luchino Visconti. Estamos hablando, cómo no, de Muerte en Venecia, cinta de 1971, basada en la obra homónima de Thomas Mann.
La novela, que en su momento leí sin llegar a entender parte de su simbolismo debido a mi propia juventud, cuenta la historia de un escritor (compositor en la película) que se traslada a Venecia a descansar de su ajetreada vida en la ciudad. En el hotel en el que se encuentra coincide con una familia polaca, uno de cuyos miembros es el joven Tadzio, andrógino de belleza sobrecogedora y que representa la belleza misma, la juventud, la despreocupación o el despertar. El compositor se queda prendado por el joven, en una representación del ideal estético que, conforme va transcurriendo la película, se convierte en obsesión. La relación entre Tadzio y von Aschenbach es cada día más tormentosa, para el compositor, se entiende ya que el joven casi no percibe la presencia del alemán no hablando en toda la película. Si Tadzio es la juventud y la belleza, el compositor representa la decadencia y la juventud perdida.
La escena es el final de la película y en ella se ve Dirk Bogarde, que encarna al compositor, sentado en una tumbona en la playa del Lido, observando a Tadzio, caracterizado por Björn Andrésen. Von Aschenbach ha salido a la playa maquillado, para esconder su decadencia y observando al polaco muere sentado. Tadzio ni se da cuenta y sigue jugando en el agua y hablando con algún compañero. Los trabajadores del hotel se llevan el cuerpo del compositor. Durante toda esta escena suena de fondo el Adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler.
Gustav Mahler terminó su 5ª Sinfonía en 1902, aunque volvió una y otra vez a ella hasta su muerte en 1911. En tono de do sostenido menor, la sinfonía, de cinco movimientos, dicen que es la que mejor representa las obsesiones de Mahler, como la muerte, el amor, la naturaleza o la música popular. Empieza con sonidos de muerte para ir pasando a la tranquilidad y desembocar en la vida, en el gigantesco quinto movimiento. La música que suena en la película, en toda ella, es el cuarto movimiento, el Adagietto que Mahler dedicó a su esposa, Alma. Este movimiento es la expresión del amor y seguramente una de sus músicas más conocidas, en gran parte por culpa de Visconti. Dentro de la obra musical de Mahler el Adagietto es una rareza debido a su sencillez, con una inusitada orquestación para cuerda y dos arpas y que se puede catalogar como una de las músicas más intimas compuestas en toda la historia. Como curiosidad señalar que esta música acompañó el funeral de Robert F. Kennedy bajo la batuta de un director netamente mahleriano, Leonard Bernstein. Por cierto, aquí lo tenéis dirigiendo a la Filarmónica de Viena en el famoso movimiento:
Entre las grabaciones os recomiendo dos. Una dirigida en 1993 por Claudio Abbado, para Deutsche Grammophon, que lleva a la Filarmónica de Berlín a interpretar con una fuerza indescriptible la sinfonía. La otra, cómo no, está dirigida por Leonard Bernstein en 1987 al frente de la Filarmónica de Nueva York, también para el sello alemán. Para muchos, me incluyo, la mejor grabación de esta sinfonía en disco. Recomendabilísima.