para tenerlo bien claro

Mientras las televisiones, redes sociales y radios nos inundan con cientos de supuestos análisis (todos electorales y superficiales) sobre la arrolladora victoria de Ayuso en Madrid, mientras unos festejan que van a seguir siendo los dueños del chiringo y otros lloran su enésima derrota para conquistar el chiringuito en cuestión, los verdaderos dueños del cotarro, las élites económicas y oligárquicas, las que no tienen necesidad de elecciones ni campañas electorales porque son quienes atan y desatan, se mean de risa y siguen ganando dinero a costa de ti y de mí. La pregunta es si tenemos posibilidad de dejar de ser sus monos de feria. Es complicado, sin duda, pero desde luego si algo podemos hacer es convertirnos en un mono que no les haga tanta gracia.

¿Cómo? Más fácil de lo que parece. Apaga la televisión y deja de tragarte el discurso que una y otra vez nos vomitan. Utiliza Internet con mesura e imponiéndote unas condiciones de respeto, y si algo no te gusta, deja de visitar todos los días su perfil. Busca la información de lo que te interesa, no te conformes con el pensamiento único que se repite en casi todos los medios. Practica todos los días el silencio, la quietud, hacer las cosas despacio, conscientemente, pasea por los parques y sal al campo, haz ejercicio y goza de la amistad y la familia sin que nada se interponga en tu camino. Ten plantas en tu casa, en tu trabajo, de interior y exterior, cuídalas, riégalas. Y lee calidad, lo que sea, ensayo, literatura, poesía o teatro, lo que sea, con tranquilidad, dándole tiempo, pero por favor, calidad. Reflexiona sobre lo leído, sobre tu vida y degusta las diferentes posibilidades. Cultiva tu espiritualidad, la que tengas, todos la tenemos, y dedícale un tiempo todos los días. Y goza de la increíble paleta de colores y tonalidades que tenemos, aunque normalmente nos hagan creer que solo existen el blanco o el negro. Y después, si eso, otro día también podemos hablar de por qué la izquierda se empeña en querer convencer a los convencidos, en repetir formas de hacer política de hace 50 años y en hacer un discurso económico que en lo esencial sostiene el sistema capitalista igual que el discurso de la derecha. Con honradas excepciones, que haberlas, haylas.

En realidad, esta entrada es para hablar de un libro que me ha parecido indispensable. Un libro que habla de las causas del cambio climático, de la gestión del mismo y de cómo todo esto es parte de un ciclo que la Tierra hace constantemente pero que en este caso la intervención del ser humano ha acelerado de manera trágica. El título se las trae, Aprender a vivir y a morir en el Antropoceno, de Roy Scranton, editado, de nuevo magistralmente, por Errata Naturae. En él, el señor Scranton explica de manera amena y pedagógica el proceso de formación natural, cultural y económica de este mundo, de los cambios que ha tenido y de cómo, desde la invención de la máquina de vapor, más o menos, la actividad humana ha desencadenado un declive mundial sin parangón que va a ocasionar, lo está haciendo ya, más desigualdad, guerras, catástrofes naturales, movimientos migratorios, hambre y sufrimiento. Un panorama nada halagüeño. Y ante eso hace una serie de reflexiones para que lo tengamos claro, bien claro y tomar conscientemente una actitud individual y colectiva.

Un libro imprescindible, que señala y afronta el quid de la cuestión y nos ofrece instrumentos para hacer frente a la realidad cotidiana en donde las Ayuso, con cara de Joker, ganan porque seguimos alelados mirando el árbol en vez del bosque. ¿Un poquito oscura me ha salido esta entrada? Quizá. Pero no me inquieta.

las grietas de América

No me suele gustar poner como título a una reseña el mismo título del libro que estoy comentando, pero hay veces en el que el título de una reseña no puede ser otro. Este es uno de esos casos. Las grietas de América, del periodista arbizutarra Mikel Reparaz, editado por Ediciones Península. Hoy comienza la era Biden. Termina el tiempo de Trumpistán. Lo que está medianamente claro, más después de la lectura de este apasionante recorrido bajo la piel de un país dividido, tal y como reza el subtítulo, es que las dos maneras de entender EEUU no solo han persistido, sino que han reforzado sus posiciones en los últimos cuatro años. Las grietas de América están cada vez más abiertas.

Antes de entrar en el contenido del libro, quiero comenzar diciendo que he disfrutado muchísimo con su lectura. Casi cuatrocientas páginas que devoras con auténtico placer en un recorrido por la actualidad política, la historia, la cultura y los hechos concretos que hacen la propia Historia, con personas reales y lugares, y todo contado con el buen hacer de un periodista de los que entienden el periodismo como el ejercicio de contar, la verdad y nada más, una verdad generalmente compleja. Esta última cursiva es una frase del propio Mikel. Su reflexión sobre el periodismo más allá de las píldoras informativas, que huye de la equidistancia como verdad matemática, es un magnífico ejemplo de ese periodismo casi inexistente hoy en día en los medios clásicos, de reportaje que da la posibilidad de que quien lo lea pueda sacar sus propias conclusiones. Es un periodismo que trata a quienes informa como personas adultas, no como una masa a quien convencer. Y es de agradecer algo así. Quienes hemos visto a Mikel en los teleberris hablando desde Estados Unidos, ya intuíamos algo así, a pesar de que las conexiones en un programa de noticias suelen estar acotadas, pero Mikel, en sus años como corresponsal de EiTB en EEUU, siempre ofrecía datos e historias para poder continuar por tu cuenta la búsqueda de información. Por eso, el libro no es falsamente equidistante, ni pretende serlo, con las dos formas de entender el país. Y no por ello está alejado de una realidad que atraviesa la piel del país desde sus orígenes.

Fotografía de @claybanks

El libro hace un recorrido por una realidad que, aunque incómoda, forma parte del país desde su propio nacimiento como nación independiente y aún más, desde que el actual país eran colonias europeas. Esa realidad es la de un persistente racismo que impregna todos y cada uno de los estamentos y aunque tiene mayor intensidad en algunos estados, mayoritariamente sureños, está generalizado por todo el país. Ese racismo, basado en la idea de una supremacía blanca original (de hombres y protestante), es contra la población afroamericana, pero también contra la comunidad hispana, nativa (pertenecientes a los pueblos originales que poblaban el lugar) y en muy menor medida asiática y judía. En las últimas décadas, el racismo contra las personas musulmanas ha elevado sus posiciones, como en el resto del mundo occidental. Es curioso observar los periodos históricos en que estos racismos han surgido o se han fortalecido (esclavitud y fin de la esclavitud, la llamada conquista del Oeste, guerra de Vietnam, 11-S, por poner un ejemplo). Si bien este racismo está presente en toda la sociedad, en desiguales intensidades, entre las comunidades de familias blancas conservadoras está más acuciado y forma parte de su propia manera de entender el país. Ni que decir tiene que el racismo es parte de las diferentes organizaciones fascistas protegidas en estos cuatro años por el presidente Trump.

Y lo bueno de Mikel, es que este recorrido lo realiza con datos y hechos concretos, partiendo del asesinato a manos de la policía de un joven negro, Freddie Gray, de Baltimore, Maryland, año y medio antes de la llegada de Trump al poder, hasta el asesinato de Heather Heyer, una manifestante contra una movilización supremacista, tras ser embestida por el coche de un neonazi en Charlottesville, Virginia. Estos dos episodios que protagonizan el primero y el último de los tres capítulos en que se divide el libro, tienen sus peculariadades. En el primero vemos el clásico racismo impregnado en la policía, en los estamentos y administración estadounidense, su historia y los avances y retrocesos que ha habido en torno a la desigualdad que tienen la ciudadanía blanca y la negra. En el último nos relata el escalofriante ascenso y expansión de los movimientos supremacistas y fascistas, con elementos históricos como el Ku Klux Klan, pero que van mucho más allá, ascenso conseguido gracias al amparo más o menos explícito de Donald Trump. Entre estos dos hechos, la llegada de Trump a la Casa Blanca, con un análisis de lo que hoy en día son los partidos Republicano y Demócrata, con los aparatos de cada partido, con Hillary Clinton, con Bernie Sanders y con las elecciones de 2016. Y a través de todo el libro, nombres, lugares, movimientos sociales, linchamientos, presidentes, política, operaciones inmobiliarias, caza de brujas, capitalismo, banderas, muertes, victorias y música, mucha música. Absolutamente ameno, uno de esos libros que, a pesar de lo duro del tema en muchos momentos, disfrutas leyendo de lo bien escrito que está, del conocimiento que destila y de la pasión que se palpa.

Como decía, una de las sorpresas del libro es la referencia constante a la música que es parte de hechos concretos, o que es el sentimiento de un momento, o el mensaje musicalizado que se expresaba entonces. Y tanto me ha gustado, que me he hecho mi propia lista en Spotify, lista abierta para que cualquiera podáis escucharla. Os dejo con ella, no sin antes animaros a leer el libro, a comprarlo en vuestra librería del barrio o de vuestro pueblo y a que lo solicitéis en la biblioteca pública. Una gozada. Espero que la era Biden, más allá de otras cuestiones, sea el momento en que esas grietas de América vayan cerrándose, haciendo de su país un lugar en donde el color de tu piel o tus orígenes no sean, per sé, motivo de desigualdades.

capitalismo democrático

A falta de unos días para que el demócrata Joe Biden se convierta en el 46 presidente de EEUU, transcurrida más de una semana desde el asalto al capitolio federal en Washington por parte de fascistas, seguidores y a instancias de Donald Trump, todavía inquilino de la Casa Blanca, me encuentro en la apasionante lectura de un libro escrito por el periodista arbizutarra, Mikel Reparaz, sobre la «actual» polarización del país norteamericano. Pero de Las grietas de América hablaré dentro de unos días.

El libro del que quiero hablar, escribir, hoy es un pequeño ensayo de menos de cien páginas, que recoge dos conferencias y un epílogo a modo de reflexión del filósofo y pensador francés, Alain Badiou, sobre Trump como síntoma mundial de una forma de hacer política, en realidad economía (¿acaso la política oficial es otra cosa?), globalizada que viene a llamar capitalismo democrático. El libro, editado por Clave intelectual, cuesta 14 euros y se titula en castellano, Badiou contra Trump. Lamentablemente no se encuentra en el catálogo de libros de la red de Bibliotecas de Navarra.

Este libro nos cuenta el previo. Es decir, las condiciones para que un tipo como Trump, racista, mafioso y showman, llegue a ser el presidente del motor del Imperio. ¿Qué ha ocurrido en la política estadounidense para que este empresario haya dirigido el país a través de su cuenta en Twitter? La respuesta, como casi siempre, parece bastante sencilla, aunque no lo es. La cuestión principal es saber hacer bien la pregunta. Y la pregunta, en este caso, no es otra que ¿cuál es la función de la clase política en un sistema democrático? Lo que lleva a la siguiente cuestión, ¿cuál es la función de un sistema democrático? Vamos allá.

Badiou parte de una constatación. El sistema capitalista globalizado, es el sistema que, actualmente, sostienen los sistemas democráticos en el mundo. Este sistema que se mantiene gracias a las desigualdades que crea (según su funcionamiento, para que unos ganen, otros tienen que perder), está agotado, ha fracasado. Pero en estos momentos no existe una alternativa real. La única alternativa, según el filósofo marxista, fue el sistema comunista que fracasó también estrepitosamente a finales del siglo XX. Todo esto, que dice Badiou, da lugar a una serie de reflexiones sobre el estado de los sistemas democráticos. Según el pensador, la función principal de los sistemas democráticos, de su establishment y administración, es la de sostener y defender el capitalismo, actualmente sujetos a las decisiones económicas de macroestructuras económicas y monopolios que actúan como verdaderos gobiernos a la sombra.

Llegados a este punto, Badiou, continúa la reflexión señalando que el fracaso del capitalismo y las cada vez mayores desigualdades creadas, es el caldo de cultivo en el que se han formado los sectores de trabajadores desencantados que se agarran a cualquier posibilidad, aunque sea un clavo ardiendo, que suponga un mensaje diferenciador del mensaje clásico del capitalismo democrático. Si este mensaje se lanza mediante manipulaciones, fake-news y desinformación, falsedades y mentiras constatadas, y es una especie de predicador quien se presenta como alternativa a ese establishment que condena a los trabajadores y trabajadoras a perder cada día más en sus supuestas posiciones de comodidad (y ahí entra en juego, también, la cuestión racial), el desastre está servido. En este punto, subraya que en las eleciones de noviembre de 2016, en realidad no se enfrentaron dos contrincantes con una propuesta diferente en cuanto al sistema, ya que, tanto Clinton, modelo de establishment desde el Partido Demócrata, como Trump, de facto parte de ese establishment no de partido sino de sentimiento, eran y son los valedores del capitalismo democrático en EEUU. Badiou señala también que en aquel momento sí pudo haber un antagonista de Trump en cuanto a ideas, que no era otro que Bernie Sanders, pensador y activista socialista, actualmente senador por Vermont, independiente en el Partido Demócrata. Pero, como se supo después y se intuía en el mismo momento, el señor Sanders fue boicoteado directamente desde el aparato de su propio partido.

El libro es de fácil lectura, de una extensión adecuada para que no lo dejes en el tercer capítulo, pedagógico en algo que, si bien no es algo que no se sepa, es capaz de ordenar y clarificar perfectamente las ideas sobre democracia y capitalismo. Tras la lectura del mismo, creo que se disponen de más elementos para poder hacer frente a esos otros Trump populistas y fascistas que ya están y muy posiblemente vayan llegando más en los próximos años a otros lugares del mundo, como Europa.

Hay algo que me dejó pensando al final del libro del señor Badiou. La alternativa a ese sistema de capitalismo democrático. Y cada vez que lo pienso, más me convenzo de que esa alternativa pasa por un pensamiento colectivo que fomente el cuidado de y desde las comunidades y por otro lado desde cada persona por trabajar más la empatía con el resto de seres humanos y con el lugar en el que habitamos.

coronavirus, cambio climático y guerra social

Errata Naturae aprovechó para hacer durante el confinamiento lo que el resto decía que había que hacer. Esto es, pensar, reflexionar y para eso, parar. Una editorial que decidió dejar de publicar libros durante el tiempo que durase la reflexión.Y pasados unos meses, nos obsequiaron con esa reflexión. Habrá quien pueda pensar que una reflexión de una editorial de poco puede servir a quien no se dedica a la edición de libros. Pero no, la verdad es que es una reflexión absolutamente válida para todo el mundo, cada cual en su campo o simplemente, si es que esto es simple, para la vida misma. Os animo a leerla.

El primer libro editado tras esta reflexión, no podía ser de otra forma, trata sobre el coronavirus. ¿Un libro sobre el coronavirus? ¿Quién va a querer leer un libro sobre el único tema con el que nos ametrallan a todas horas los medios y que se ha convertido en el eje de la vida del ser humano en todo el mundo? Bastante tenemos con eso, pensaran algunos, ¿verdad?

El murciélago y el capital. Coronavirus, cambio climático y guerra social, de Andreas Malm. Joder, el título se las trae. Por de pronto y después de esta lectura, adelanto que este escritor y activista sueco lo coloco entre los autores que no voy a perder de vista. Capitán Swing acaba de publicar otro libro suyo sobre las raíces del calentamiento global y Errata Naturae próximamente publicará otro que lleva el sugerente título de Cómo dinamitar un oleoducto: nuevas luchas para un mundo en llamas. Como para no hacerle caso. Sobre el libro, antes de que nadie se asuste, decir que es de lectura fácil. Se lee a gusto. Esto no quiere decir que sea un libro superficial, o que no ahonde en lo que expone. Ni siquiera quiere decir que esté escrito con simpleza o de un modo generalista. Lo digo porque en estos tiempos es mejor aclarar algunos conceptos. Es un libro escrito por una persona que utiliza buenas fuentes, que sabe de qué va el tema y que pretende que este conocimiento se extienda cuanto más mejor. Y lo hace en tres partes diferenciadas. Allá vamos.

  1. En esta primera parte, el señor Malm expone el origen del coronavirus, de dónde viene, cuáles han sido las causas de esta situación. En estos meses hemos escuchados teorías para todos los gustos, pero la realidad es bastante simple, aunque sea jodida. El covid-19 este, el SARS-CoV-2, es solo uno de los más de setenta tipos de coronavirus existentes (conocidos) que pululan por el mundo. Los hay agresivos con el ser humano, y otros inocuos. Es un tipo de organismo que se propaga y sobrevive gracias a otros seres vivos y uno de esos seres que mejor hacen la necesaria función de transporte es el murciélago. Hay otros animales que también lo hacen. Hasta ahí, todo más o menos claro. La cuestión es que los murciélagos habitan en un tipo de bosques desde hace miles de años, pero resulta que estos bosques, literalmente, los estamos aniquilando. Así que, ¿qué hace el murciélago, que lleva en su cuerpecito diferentes tipos de coronavirus y otros organismos? Pues buscarse otro lugar para vivir, pobre infeliz, en paz. Así que en ese viaje de un lugar a otro, atraviesan otros hábitats, donde la presencia del ser humano es mayor, donde hay mercados de comida, otros animales salvajes y domésticos (estos últimos casi todos en granjas industriales). Y claro, pues el coronavirus, en su afán de supervivencia, salta de un ser a otro. Todo esto en un mundo globalizado e hiperconectado físicamente por avión. Además de todo esto, el autor sueco nos explica su relación con el cambio climático, diferentes enfermedades y epidemias-pandemias anteriores y previsiblemente futuras, calentamiento global, movimientos migratorios y demás. Nos abre los ojos.
  2. En la segunda parte nos detalla las causas de ese calentamiento global. La causa es solo una: sistema capitalista hiperdesarrollado, que ha llevado a un modo de vida basado en el sobreconsumo a costa del agotamiento del planeta. Dicho de otra manera, cómo el agotamiento natural de la Tierra es consecuencia directa de la explotación económica que una minoría realiza para su enriquecimiento a costa del empobrecimiento de una mayoría. Hace un recorrido por varios países y gobiernos de esos países, de las decisiones que han tomado y toman, y de cómo esto afecta a la propia supervivencia del planeta. El capítulo es tremendo.
  3. Y en la tercera parte nos habla de la necesidad de construir alternativas a todo esto. Según Andreas Malm, ya no se trata de parar este cambio climático, sino directamente de darle la vuelta si es que queremos sobrevivir como planeta. Y para eso, hace un llamamiento a la guerra social. Medidas posiblemente impopulares desde nuestra mentalidad de cómodo consumidor con un click, como la paralización de la extracción de crudo, dejar de coger el avión hasta para ir al baño, y disminuir radicalmente nuestro consumo en general y la carne en particular. Además aboga por diferentes propuestas a nivel local que hagan frente al sistema capitalista y neoliberal. Y en esas estaba cuando he recordado conversaciones que tengo con amigas y amigos mientras paseamos o escritos que leo por alguna red social (sí, además de sectarismo, demagogia, maximalismo y enfrentamiento, en las redes sociales, si lo buscas, puedes encontrar cosas y gente interesante). Y aquí, en Iruñea, en Nafarroa, tenemos posibilidad de poner en marcha iniciativas basadas en algo tan nuestro como el comunal, como apuntan Alberto Jauregi y Xabi Senosiain, el auzolan y la vivencia comunitaria y vecinal. En cada lugar existirán alternativas posibles que deberán dejar de ser utopías si es que queremos lograr la Utopía de vivir en equilibrio en un planeta que tenemos que cuidar para poder cuidarnos entre nosotras y nosotros. Alternativas que tendrán que ponerse en marcha vigilando y defendiendo los derechos humanos y las libertades sociales y personales.

En definitiva, es un libro muy recomendable para cualquiera que quiera ir más allá de las cifras de afectados de la pandemia, más allá de las necesarias medidas gubernamentales (pre y post) y más allá del doloroso momento que estamos viviendo y que, sin duda, vamos a vivir en los próximos tiempos. Y si no es este libro, por favor, encontrad tiempo para leer siquiera algún reportaje sobre el tema, que esté bien contrastado, que tenga fuentes fiables y que dé pie a la reflexión individual y compartida. Salid a pasear por el campo, por un bosque o un parque, con amigos (y mascarilla) y comentad lo leído. Os sorprenderéis la de cosas que se aprenden en esos paseos.

No obstante, la crisis del coronavirus sí podría representar el momento en que los «seres humanos toman conciencia de su propia condición natural y ponen fin a su dominio de la naturaleza».

Theodor Adorno, Sobre la teoría de la historia y de la libertad (1964-1965).

a los sres. Sánchez, Iglesias y resto del club

Esta pasada semana, en un agradable descubrimiento literario e intelectual, una sorpresa inesperada, del helenista-humanista-demócrata, Pedro Olalla, no he podido sino pensar continuamente en ustedes. Y créanme, no era mi intención torturar de manera tan inmisericorde mi humilde persona, pues sinceramente otras preocupaciones y aficiones son mucho más importantes para mí, sin que esto, espero no se molesten, suponga un menosprecio a ustedes. Ustedes allí, con su circo, y este trabajador aquí, con sus paseos, sus silencios y sus lecturas. Ni ustedes ni yo somos más, ni menos, que el otro. No se preocupen.

Fotografía de Justin Bautista

El caso es que, después de una insulsa novelita nipona que ha sido una pérdida de tiempo y que no me ha aportado siquiera ese gusto por la naturaleza que rezuma la literatura japonesa (El jardín de primavera, de Tomoka Shibasaki, para quien quiera prevenirse de antemano), abordé un libro que fue la última recomendación y venta de quien ha sido protagonista de una maravillosa experiencia que, a causa de la mala fortuna y seguramente otros elementos que no tengo porqué conocer, ha tenido que cerrar el pasado mes de agosto sus puertas. Deborahlibros fue ese experimento de hacer realidad física y palpable un proyecto virtual en forma de blog en el que Katixa lleva años hablando, recomendando, llorando, viviendo y sintiendo literatura. Y en mi última visita a aquella librería, ya con los estantes llenos de huecos y con las cajas de cartón asomando amenazantes para llenar de sueños no adquiridos sus espacios vacíos, Katixa la librera, me recomendó, semi-conocedora de mis gustos personales, como solo saben aventurarse los buenos libreros, un librito que no llega a las doscientas páginas, editado por la editorial Acantilado, que tras la venta y desaparición de Gredos en la desastrosa RBA, es de las pocas que se atreven a dar espacio al pensamiento humanista, en gran parte deudor de la filosofía como base de producción intelectual.

La obra en cuestión, lleva por título Grecia en el aire. Herencias y desafíos de la antigua democracia ateniense vistos desde la Atenas actual. Y se preguntarán ustedes, preclaras mentes de la política española, qué tiene que ver todo esto con sus ilustrísimas. Pero es que creo sospechar que sus señorías, tan viajadas e ilustradas, tan presidentas y catedráticas, tan encorbatadas unas y tan sport otras, hace tiempo han olvidado algunas reflexiones e incluso certezas que el sr. Olalla realiza en este indispensable ensayo. Lo que yo creía una suerte de recorrido histórico-turístico por algunos lugares de la Atenas actual, es, sin embargo, una extraordinaria revisión de la historia política de la antigua Atenas, que no es otro que el repaso a la idea de democracia surgida entre aquellas piedras rodeadas de pinos, mirtos, laureles e higueras. Ideas revolucionarias que fueron el centro de la vida de aquella ciudadanía ateniense y de las mentes de los Temístocles, Pericles, Aristóteles o Sófocles de turno. Ideas revolucionarias que poco o nada tienen que ver con la pretendida democracia que en la actualidad llena las bocas de la mayoría de dirigentes de este maltrecho planeta, del norte y del sur, de izquierdas y hasta de derechas, pues hoy, quien más y quien menos se autodeclara acérrimo defensor de la democracia, se llamen Trump, Casado, Maduro, Johnson, o como ustedes mismos, Sánchez o Iglesias. Pero leyendo esta exquisita obra, uno se pregunta, no sin angustia, si de verdad seguimos creyendo que la democracia consiste en votar cada cuatro años, o cada dos, o cada tres meses, según les plazca a sus señorías. Olalla nos sitúa ante una realidad incómoda como es que la democracia original hace siglos desapareció y que en la actualidad solo llegamos a vislumbrar retazos de aquella idea tan explosiva como era que el pueblo es capaz de poner en marcha los mecanismos suficientes para gobernarse, legislarse y juzgarse, de manera libre, participativa y equitativa, solo por el mero hecho de servir a la sociedad de la que forma parte. Y desgraciadamente esto, en la actualidad, desde un lugar donde algo tan básico en democracia como es la soberanía, individual y colectiva, es vilipendiada día sí y día también, y donde algo tan antónimo y contrario a la propia idea de democracia, como es la monarquía, son pilares fundamentales del sistema, y cuyas leyes propias, léase constitución, son consideradas más importantes que la propia ética, es una quimera.

Permítanme aprovechar esta misiva dirigida a ustedes y a todos los miembros de tan distinguido club, no solo para aconsejarles a ustedes mismos la lectura, entre vino y vino, de este ensayo escrito desde una Grecia machacada por ese pretendido sistema “democrático” europeo, si no para poder animar a cualquier otra persona, principalmente a esas que asisten atónitas y cansadas a este pan y circo, más romano que griego, la lectura y reflexión del mismo.

Yo mismo, después de leerlo, me he quedado mucho más tranquilo, no desde luego por la plasmación del paripé trágico al que asistimos cada día, sino porque todavía existen personas, como Pedro Olalla, capaces de escribir sobre papel algo tan simple, sencillo y a la vez angustioso, como es la certeza de que esto que vivimos no es, ni por asomo, una democracia. De que este sistema “democrático” dejó hace tiempo de ser un Nosotros para ser un Ellos-Nosotros. Una aseveración, por otro lado, revolucionaria u, ojalá así fuera, germen de revolución.

Un saludo de este ciudadano harto de oligarquías, tecnocracias y monarquías. ¡Viva la democracia! Con todas sus consecuencias.

querido Ahmed

Esta semana, el henelista Carlos García Gual, en visita a la Biblioteca General de Navarra, allá donde se pierden los mojones de la vieja Iruñea, comentaba la modernidad de Ulises en su necesidad de la vuelta a casa, al hogar, a los orígenes. Y no puedo sino mostrar mi acuerdo con la afirmación. Ulises, Odiseo que le llamaban en su casa, en su caso obligado por el honor y las apariencias, por ese preservar el orden social del que era pilar, parte lejos de casa, a la guerra, como un yanqui de Reagan, o de los Bush, o de Clinton u Obama o del histriónico actual, porque en el Imperio poco importa quien duerma en la Casa Blanca, ya que su afición, al igual que los aqueos de la guerra de Troya, es meterse en camisas de once varas y en conflictos ajenos, como si su participación fuese el elemento necesario para la supuesta resolución de la pugna. Y tras diez años soportando el salitre en las costas troyanas, o el polvo del desierto sirio, después de años siendo testigo de centenares de cremaciones de compañeros de armas, o de ataúdes recubiertos de zinc y una bandera de barras y estrellas, luego de ser autor de violentos asesinatos y torturas, la mayoría de ellas, por lo menos hasta finalizar el acto de esta triste representación, sin que el dictador de turno o el Príamo del momento se priven del aroma de la familia o el gusto de los banquetes, tras esos años de viaje cultural al horror en producción propia, necesitan volver a casa, a contar la leyenda de su odisea, obviando, eso sí, la sangre, los gritos de desesperación y los huérfanos muertos de hambre en las polvorientas calles. Y es entonces, cuando en esa lectura del clásico homérico se echa en falta, para que sea una lectura completa, la parte oscura de la historia, las miserias propias del supuesto héroe y el rastro de miseria y dolor dejado por el soldado movilizado lejos del fuego de su hogar.

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Fotografía de Santi Palacios

Ahmed, tu y tu familia sois ese reguero de angustia y tristeza que después de los años necesarios para el juego de dioses y héroes, tuvisteis que salir de vuestro pueblo arrasado. No fue una partida con despedida oficial de trompetas y banderas. Vuestra única bandera era el hambre, la necesidad de olvidar, la angustia por vivir. Comenzasteis el camino en vuestra Siria natal, en Afrín, huyendo de una guerra televisada que ha dejado hasta la fecha 380.000 personas muertas, de las cuales 107.000 eran civiles. Sois una familia más de sirios, entre cinco y diez millones según las fuentes, que tuvieron que abandonar aquel antiguo paraíso convertido en polvo y piedra. Y tras meses de camino, en el que murieron compañeros del éxodo, unos en zanjas de campos perdidos, otros en el Mediterráneo, arribasteis a aquella Lesbos que Aquiles señaló como parte del reino de Príamo, famoso por sus riquezas y hoy rincón abandonado de Europa, en el que os hacináis, en un campamento llamado Moira, hasta diez mil personas, cuando en el máximo de su capacidad podría albergar a dos mil quinientas personas. En esa isla de los sueños perdidos, sin hogar, sin patria, sin futuro, ninguneados, ni siquiera número, invisibilizados en la sociedad de la imagen, anheláis la vuelta a casa, en un día que, a pesar de todo y de todos, soñáis esperanzados. Sois esos otros Ulises, sin gloria, con un honor arrebatado de mil y un maneras, cuyos ojos han visto y sufrido lo inimaginable, con una Ítaca que desconocéis si existe todavía. No tendréis cantos que narren vuestra proeza, nadie hará un poema que llore vuestra desdicha, no habrá aedo que deje para la memoria vuestra particular guerra y vuestro deseado retorno. Nadie sabrá si regresasteis o si finalmente fuisteis otro cadáver más, sin nombre, con un número que se perderá entre los papeles de un archivo que desaparecerá sin dejar rastro alguno.

Por eso, Ahmed, coincido con García Gual en la importancia de leer para mantener la capacidad de reflexión y análisis, pero tiene que ser una lectura completa, con sus luces y sus sombras, si no no será lectura real y seguiremos, leamos o no, formando parte de una sociedad engañada, a pesar de sabernos engañados.

lee, no desesperes y sonríe

Con San Saturnino llega esa semana larga de fiesta y entre fiestas, de esos días que no sabes si abren los supermercados, pero tienes la seguridad de que abre el pequeño ultramarinos de la esquina, aunque sea con un horario raro. Esos días en los que se encienden las luces navideñas al comienzo del Adviento, aunque en Iruñea se iluminen en la fiesta del patrón, que para eso somos muy nuestros, en los que los escaparates lucen el esplendor necesario para atraer las compras necesarias para el negocio. Un supuesto tiempo de esperanza entendido por pocos y compartido por menos, engullido en los viajes a bajo coste con mil fotografías idénticas por minuto, con preparativos de los menús de las comidas para las navidades, –«algo que sea diferente al cardo de siempre», –«pues vaya, chico, con lo rico que está», y con listas de regalos que hacer, sin pensar muchas veces en la persona a quien se regala, simplemente cumplir con la obligación.

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Y en una tarde particularmente luminosa a pesar del frío, me calzo las zapatillas para pasear mientras los parroquianos que siguen en la ciudad llenan el Sadar para ver a los rojillos ganar, llenan los bares para ver a los mismos y llenan los salones de las casas, que no es un mal momento, para sumergirse debajo de la manta con un buen libro unos pocos y enchufarse a la televisión los más. Y precisamente, concluido uno de los libros que leía, Algunos libros, las charlas de E. M. Forster en la BBC, publicado por Alpha Decay, aparto mi manta a un lado y me lanzo a la calle. Y mientras observo desde la Media Luna cómo la luz del día invernal decae irremediablemente vencida en las huertas de la Magdalena, pienso en este escritor tan british que conocí gracias a un puñado de películas particularmente bellas dirigidas por James Ivory y otros directores. Películas hermosas, de fotografía evocadora y música deliciosa, igual de preciosas que la forma que emplea el autor para contar básicamente historias de relaciones entre personas. Forster era un hombre muy culto, exquisito, pero tenía la capacidad de no imponer su conocimiento a nadie y de incluir a todas las personas que se encontrasen en una conversación con él, independientemente de su nivel intelectual.

El escritor colaboró con la BBC durante treinta años ininterrumpidos, aunque de manera irregular, lo que dejó el resultado de más de 150 programas hablando de literatura occidental, mayoritariamente inglesa, narrativa, ensayo y también poesía. Y resulta que, en realidad, lo que menos importa de ese libro y de aquellos programas eran las obras que recomendaba o de las que hablaba y reflexionaba. Lo bonito de este libro es escuchar a través de esas páginas a una persona enamorada de los libros, aunque irónicamente señala al comienzo del libro, en uno de sus primeros programas, que los libros no son lo más importante de este mundo. Y mira, en eso estoy completamente de acuerdo. Pero con sus glosas a diferentes autores, sin evitar la crítica y las pullas moderadas, subrayaba, sin querer, la importancia de leer, de reflexionar sobre lo leído y sobre lo escrito, del contexto de esa escritura y del contexto de la propia lectura, de desarrollar, al fin y al cabo, un criterio propio ante la vida y una capacidad para dirigir tu propia historia, a pesar de lo difícil que es no dejarse arrastrar por la corriente impuesta por unas redes sociales deshumanizadas, unos medios de comunicación obedientes al cheque de quien paga y un modelo social consistente en comprar y vender.

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Y en una de esas noches, hubo quien se quitó la careta autoimpuesta durante más de cuarenta años y llevó a un parlamento elegido en las urnas a la antítesis de lo que fue E. M. Forster. El populismo insultante y sin criterios tiene muchas causas, políticas las más y sociales las demás, pero, sin duda, una de esas causas es haber hecho de la educación un negocio de títulos que se venden y se compran y no un lugar desde donde fomentar conciencias, personas con criterio y capacidades intelectuales para reflexionar individualmente. Y una prima, en esos días, hoy mismo, tras conocer la ceguera de una judicatura ante un claro acto de violación, se preguntaba qué estamos haciendo mal. Y me dio, me ha dado por sonreír, porque tengo claro que esa ceguera y la propia tiranía que algunos llevan en su ideario político y ahora descubren convenientemente edulcorados, es la respuesta histérica al cambio y avances sociales que se han ido dando en las últimas décadas. Y me he acordado de Timothy Snyder y sus veinte lecciones sobre la tiranía y sobre todo he vuelto a recordar a Rebecca Solnit y su magnífico ensayo Esperanza en la oscuridad, que habla sobre el increíble poder que tenemos la gente y los logros conseguidos y muchas veces no tenidos en cuenta. Y he sonreído, porque qué más quisieran algunos que dejásemos de sonreír. Un beso.

un amor como otro cualquiera, contado de manera deliciosa

Cómo me gustaba la manera en que remachaba lo que yo acababa de repetirle. Me hacía pensar en una caricia, o en un gesto que es totalmente accidental al principio, pero que se vuelve intencionado la segunda vez y más aún la tercera. Me recordaba la forma en la que Mafalda me hacía la ama cada mañana, primero doblando la sábana de arriba sobre la manta, luego volviéndola a doblar para cubrir la almohada que estaba encima de la manta y una última vez cuando volvía a doblarlo sobre la colcha -una y otra vez hasta que me di cuenta de que arropados entre todos estos dobleces había recuerdos de algo al mismo tiempo piadoso e indulgente, como el beneplácito de un instante de pasión.

Leí este libro hace tiempo, seguramente cuando se publicó allá por 2008, hace diez años. Me atrapó desde sus primeras páginas, seguramente porque la historia se desarrolla en la Toscana, muy probablemente porque es verano, o quizás porque es una historia de amor de esas que tienen la inocencia y el ardor de un adolescente mezclados con la experiencia de un adulto. Pero probablemente lo que más me gustó en sí fue que, independientemente de ser una historia de amor entre dos hombres, era y es una historia de amor. Como cualquier otra historia de amor. El caso es que estoy releyendo la novela. Y muy pocas veces lo hago. Así que os voy a contar por qué lo estoy haciendo.

Llámame por tu nombre, de André Aciman, nos traslada al verano de 1983, donde el SIDA todavía no había hecho su trágica aparición. Elio es un chaval de 17 años recién llegado a la juventud cuyos padres son unos intelectuales bien situados. El verano lo pasan en la casa que la familia tiene en la costa italiana y desde hace años, madre y padre, invitan a un joven estudiante para veranear con ellos a cambio de ayuda en su archivo. Y ese año el elegido es Oliver, un joven estudiante norteamericano de 24 años, atractivo y sabedor de ello. En fin, que Elio, que hasta entonces lo único que ha hecho es aburrirse por las tardes, flirtear con alguna vecina y practicar al piano, cae rendido ante los encantos de Oliver.

La historia podría parecer sin más, pero Aciman consigue deleitarnos con cada una de las frases que escribe. Creo que lo más fácil hubiese sido desarrollar la trama contando la historia desde la voz de Oliver, joven, estudiante, experimentado. Hubiese sido más fácil, sí, pero no habría conseguido lo que consigue haciéndole hablar a Elio. Los miedos, las pasiones más internas, los sentimientos escondidos, los pensamientos más íntimos de un adolescente tímido ante el amor son la base de la novela. Consigue construir un monumento al amor romántico, que no al puritano. El caso es que la relación es entre dos hombres, pero podría ser entre un hombre y una mujer, entre dos mujeres o entre dos personas, sin importarnos con qué género se identifica. Ese es uno de los valores de la novela. Y en el caso de este amor entre dos hombres lo presenta con una naturalidad exquisita. Sin dramas, sin el qué dirán, ni el trauma de una salida de armario, sin el escándalo, sin la sordidez, sin el castigo o la marginalidad que acompañan a otras novelas que nos hablan del amor homosexual. Y luego está la diferencia de edad entre los protagonistas. No hay una relación de poder entre uno y otro. No es el adolescente engañado y el adulto que se aprovecha. Es una relación de tú a tú.

Y claro, con semejante y maravillosa historia, tenía muchos boletos para ser llevada a la gran pantalla. Y además, de manera magistral. Dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada por un espectacular Timothée Chalamet, nominado este año al Oscar al mejor actor y Armie Hammer. Por aquí se estrenó hace poco, con casi un año de retraso,  está ahora mismo en cartelera y desde luego, no me la voy a perder. Además a Elio le encanta Bach… ♥ ♥ ♥

Un libro, en definitiva, para toda persona que sigue creyendo en el Amor, sea este como sea, entre quien sea y cuando sea. Si queréis reconciliaros con el Amor, este es vuestro libro. Si queréis estremeceros con una prosa exquisita que llega hasta el fondo, esta es vuestra novela. Si queréis conmoveros con una historia bellísima, este es el libro que necesitáis. Disfrutadlo.

una escritora desconocida

Hasta ahora he guardado silencio. Si ustedes estuvieran presentes durante medio día en nuestra casa, cuando mi marido y yo estamos frente a frente, creo que lo comprenderían.

La violencia contra la mujer se ha realizado de muy diferentes maneras. La más visible es la que se ocasiona mediante el maltrato físico y psíquico, llegando incluso a asesinar a la mujer maltratada. Pero eso es la punta del iceberg de un sistema que, muchas veces sin darnos cuenta, lo tenemos asumido como parte de nuestro modelo social y cultural.

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Vivimos en un sistema hetero-patriarcal, palabra que desde diferentes sectores de la derecha, ayudados por tertulianos varios, intentan desacreditar mofándose de su significado. Es el recurso que queda a quien sostiene dicho sistema y saca beneficio del mismo. Este sistema ha puesto al hombre como centro del mismo y a la mujer como sostenedora de las decisiones del poder masculino. Ni más, ni menos. Y para conseguir eso ejercen la violencia contra la mujer y contra cualquier persona que ponga en duda el propio sistema. Esta violencia que todas y cada una de las mujeres soporta tiene diferentes caras, algunas de ellas muy sutiles y otras no tanto. Más allá de la violencia física y psíquica existen otras violencias en diferentes ámbitos que tenemos la obligación de denunciar.

Pensar que la mujer es débil por el hecho de ser mujer, pagarle un salario menor que si fuese hombre, poner en puestos de dirección a un hombre antes que a una mujer, echar toda la carga de la maternidad (y la paternidad) en ellas, no poner medios reales para el desarrollo de la actividad social, política y cultural de las mujeres, hacerlas esclavas de una feminidad impuesta por las marcas (y al hombre de una masculinidad también impuesta por los medios), diluir y anular la voz de las mujeres rebeldes, convertirlas en un simple objeto sexual, silenciar el pensamiento de las mujeres.

Una de esas mujeres silenciadas por el sistema hetero-patriarcal y la cultura occidental que creemos centro del mundo, es la escritora japonesa Higuchi Ichiyō. Esta mujer fallecida por tuberculosis a los 24 años, es considerada la primera escritora japonesa moderna y dio voz a las mujeres de su tiempo,  a las jóvenes trabajadoras, a las prostitutas, a las esposas, a las madres, a las niñas. Todas esas mujeres en una sociedad de finales del XIX que supuestamente despegaba del sistema feudal imperante hasta entonces en Japón, pero con unas costumbres sociales en las que la mujer era, poco menos que un medio para tener hijos. Por eso a las mujeres que no podían tener hijos se las echaba de casa. Por eso las hijas y sobre todo los hijos, eran propiedad del marido, señor de la casa. Por eso su voz solo era un medio para distraer y dar placer a los hombres. Por eso, aún hoy, muchas mujeres japonesas van siempre un paso detrás del hombre.

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Cerezos en la oscuridad es un libro precioso, delicado, como buena parte de la escritura nipona, editado por Satori, en el que se recogen breves relatos de esta escritora que, más allá de su educación, tenía un talento literario innato. En estos relatos la protagonista principal es siempre una mujer, y siempre una mujer víctima de alguna injusta situación. Una prostituta enamorada, una mujer vendida como sirvienta, una niña que quiere ser geisha, una esposa maltratada. Ichiyō en Japón, pese a su breve producción, es considerada la voz brillante y fugaz de las mujeres de su tiempo. Su rostro adorna el billete de 5.000 ¥ (yenes) y buena parte de sus historias han sido llevadas al cine.

Un libro para recuperar la voz de la mujer, aunque sea tan lejana como la voz de una mujer japonesa del siglo XIX. Para todas las mujeres que siguen padeciendo la violencia machista en todas sus formas y para todos los hombres que aborrecemos un sistema que nos hace dueños y señores del mundo. De nosotros también depende devolver la voz a las mujeres y comprometernos en la desaparición de toda violencia contra las mujeres. El resto de los hombres que mantienen este sistema hetero-patriarcal dudo que puedan disfrutar de este libro.

¿podemos remediarlo?

El Antropoceno -podrán decir los geólogos del futuro remoto- por desgracia combinó el rápido progreso tecnológico con lo peor de la naturaleza humana. Fue una época terrible para la gente y para las demás formas de vida.

La pregunta que lleva por título este artículo es la que me he hecho tras leer un ensayo de Edward O. Wilson sobre la situación extrema del Planeta en cuanto a la biodiversidad. ¿Estamos a tiempo de remediar el daño que los seres humanos hemos ocasionado a la Tierra? No soy muy aficionado a los ensayos científicos, pero cuando leí el título y subtítulo de este libro en Walden, decidí que iba a darle una oportunidad para enterarme de la realidad. Muchas veces escuchamos la afirmación de que el planeta está cambiando, de que el cambio climático es un hecho, de la desaparición de cada vez más especies, pero no solemos, yo por lo menos no, profundizar en las causas y consecuencias de esta situación. De eso trata Medio planeta. La lucha por las tierras salvajes en la Era de la Sexta extinción, editado por Errata Naturae en su espectacular colección Libros salvajes.

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Edward O. Wilson, norteamericano de Alabama, es hoy en día uno de los biólogos y naturalistas más importantes del mundo y considerado el padre de la biodiversidad. Profesor emérito de Harvard y premiado con numerosos e importantes galardones a lo largo de toda su vida, considerado uno de los cien científicos más importantes de la historia, ha escrito más de treinta libros con absoluta maestría y pedagogía de cara a extender y divulgar una conciencia por la vida en el planeta, vida que, en gran medida, está desapareciendo o va a desaparecer tal y como la conocemos.

En el libro, Wilson es capaz de explicarnos y hacernos entender que la vida en la Tierra es producto de un proceso que ha durado miles de millones de años y que, actualmente, nos encontramos en la que sería su sexta extinción. La diferencia con las cinco anteriores es que no ha sido producida por un meteorito que choca con el planeta, glaciaciones o fracturas de continentes, si no por la acción directa del ser humano. Ahí es nada. Yo la verdad es que me quedé helado. Es decir, sabía que nuestro tipo de vida actual incide negativamente en el estado y salud del planeta, pero de ahí a conocer que somos los causantes de una sexta extinción masiva, va un trecho. Cuando hablamos de desaparición de especies, pongamos por ejemplo el rinocerontes (actualmente cinco especies distintas), no somos conscientes de que están desapareciendo por la acción directa del ser humano. Hace cien años había millones de estos animales pastando y bramando en las llanuras africanas y en los bosques lluviosos de Asia. A día de hoy quedan 27.000 individuos, la mayoría de ellos de la raza sureña del rinoceronte blanco. De la raza del norte de ese mismo rinoceronte quedan seis animales. La caza ha sido la causante de esa desaparición masiva. ¿Qué pasa, que antes no se cazaban rinocerontes? Claro que sí. Pero antes no se viajaba de un lado a otro del planeta para cazarlos, ni había un negocio de millones de dólares en torno al cuerno de rinoceronte, usado en la medicina tradicional china. Punto. De todo modos, con mucha pena, eso sí, pero ¿qué más da que desaparezcan los rinocerontes? ¿Por eso se acaba el planeta? No, pero influye en el cambio de los lugares donde habitan. Si comen hojas de un árbol y los rinocerontes desaparecen, seguramente ese árbol crecerá sin el control que suponían los rinocerontes, eso supondrá que el avance de esos árboles haga desaparecer otras especies vegetales y con ello los insectos, arañas, etc, etc, etc. Con lo cual, desaparece el rinoceronte, pero desaparece también todo un ecosistema. Y así con cualquier especie.

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Antes de la llegada del ser humano a la Tierra la tasa de especies que se extinguían en relación a las existentes era de una entre un millón al año. Actualmente esa tasa es entre cien y mil veces superior a la de entonces. Wilson propone que para parar esa subida, se deben crear espacios protegidos para que la vida se desarrolle de forma salvaje, sin la intervención del ser humano. Tenemos que empezar a tomar conciencia de que el ser humano no puede ser el centro de toda la actividad de la Tierra, porque si no, llegará el día, más pronto que tarde, en que la vida en la Tierra se hará imposible. Él lo llama la solución del Medio Planeta, es decir, preservar media parte del planeta, es lo mismo que sea en tierra o en mar y no hace falta, de hecho es imposible, que todo ese medio planeta sea una superficie única. Si no nos ponemos las pilas, señoras y señores, esto se acaba.

Un libro para quien piensa que esto es inagotable y para siempre, para incrédulos y para quienes creen que nuestra forma de vida puede aguantar. También para quienes quieran tomar conciencia de la situación actual, para quienes se quedan ensimismados en un amanecer sin reconocer que amanece para todas las formas de vida y para quienes creen que el ser humano es el centro del Universo y de toda la vida, para que vean las consecuencias de semejante pensamiento. ¡Despertad!