una actriz asesinada

Eran algo más de las siete de una mañana de verano y William Potticary estaba dando su paseo habitual por la pradera de los acantilados. A sus pies, unos sesenta metros más abajo, estaba el Canal, tranquilo y brillante, como un ópalo lácteo.

La verdad es que compré este libro en Walden un poco porque es la típica lectura de verano, o uno de esos libros ligeros para leer sin mayores preocupaciones que pasar un buen rato. Y no me equivoqué.

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Hoja de lata es una editorial de esas pequeñas que está haciéndose un hueco en el panorama literario con ediciones muy cuidadas y una buena selección de autores hasta ahora poco traducidos por estos lares. Una de esas autoras es Josephine Tey, seudónimo principal de la escocesa Elizabeth Mackintosh. Esta señora, coetánea de Agatha Christie, es una mujer de la que se conoce bastante poco, como si el misterio de su vida privada fuese parte de los ingredientes necesarios para las novelas de detectives que escribió con gran éxito. Cualquiera, al leer las sinopsis de sus novelas en la parte trasera de los libros podría suponer que era una autora del estilo a la gran dama del misterio, la citada Agatha Christie. Es verdad que sus obras discurren en la Inglaterra de principios del XX, que no faltan Scotland Yard, el té de las cinco con sus pastelitos de pepino y la variopinta sociedad británica, especialmente la rural. Pero hasta ahí llegan las similitudes, ya que si la archiconocida autora inglesa solía escribir crímenes “domésticos”, entre té y té, sin perder el aplomo británico, la escritora escocesa iba algo más allá e incluía más veneno, ciertas salidas de tono en los modales imperantes y personajes más diversos.

Su principal personaje es el inspector Alan Grant, de Scotland Yard, elegante y apuesto y sobre todo buen fisonomista. Y este es el protagonista de Un chelín para velas, que trata sobre el asesinato de una reconocida actriz inglesa en un pequeño pueblito de la costa inglesa. Un relato con damas y caballeros (es curioso cómo todavía hoy en algunas tiendas se utiliza caballero para referirse a los hombres y en cambio se llama señora a las mujeres y no dama), faranduleo, taberneros, aristócratas y comisarios, inspectores y sargentos. Es, como he escrito al principio, una novela para pasar un buen rato y poner en marcha la sagacidad personal para intentar encontrar la autoría del crimen.

Quien pretenda encontrar sangre en esta novela, no la encontrará. Quien esté dispuesto a disfrutar con la resolución limpia de un asesinato, entre criados, fiestas y demás, esta es su novela. Ideal para la playa o la piscina, para leer entre baño y baño, o entre caña y caña. Lo mejor para la noche, como lectura fresca de verano, antes de dormir con la ventana abierta.

El maestro del suspense en el cine, Alfred Hitchcock, adaptó la novela con el título Inocencia y juventud en el año 1937 y pese a ser una de sus obras menos conocidas, en ella se vislumbran ya las buenas artes del genial director.

un amor como otro cualquiera, contado de manera deliciosa

Cómo me gustaba la manera en que remachaba lo que yo acababa de repetirle. Me hacía pensar en una caricia, o en un gesto que es totalmente accidental al principio, pero que se vuelve intencionado la segunda vez y más aún la tercera. Me recordaba la forma en la que Mafalda me hacía la ama cada mañana, primero doblando la sábana de arriba sobre la manta, luego volviéndola a doblar para cubrir la almohada que estaba encima de la manta y una última vez cuando volvía a doblarlo sobre la colcha -una y otra vez hasta que me di cuenta de que arropados entre todos estos dobleces había recuerdos de algo al mismo tiempo piadoso e indulgente, como el beneplácito de un instante de pasión.

Leí este libro hace tiempo, seguramente cuando se publicó allá por 2008, hace diez años. Me atrapó desde sus primeras páginas, seguramente porque la historia se desarrolla en la Toscana, muy probablemente porque es verano, o quizás porque es una historia de amor de esas que tienen la inocencia y el ardor de un adolescente mezclados con la experiencia de un adulto. Pero probablemente lo que más me gustó en sí fue que, independientemente de ser una historia de amor entre dos hombres, era y es una historia de amor. Como cualquier otra historia de amor. El caso es que estoy releyendo la novela. Y muy pocas veces lo hago. Así que os voy a contar por qué lo estoy haciendo.

Llámame por tu nombre, de André Aciman, nos traslada al verano de 1983, donde el SIDA todavía no había hecho su trágica aparición. Elio es un chaval de 17 años recién llegado a la juventud cuyos padres son unos intelectuales bien situados. El verano lo pasan en la casa que la familia tiene en la costa italiana y desde hace años, madre y padre, invitan a un joven estudiante para veranear con ellos a cambio de ayuda en su archivo. Y ese año el elegido es Oliver, un joven estudiante norteamericano de 24 años, atractivo y sabedor de ello. En fin, que Elio, que hasta entonces lo único que ha hecho es aburrirse por las tardes, flirtear con alguna vecina y practicar al piano, cae rendido ante los encantos de Oliver.

La historia podría parecer sin más, pero Aciman consigue deleitarnos con cada una de las frases que escribe. Creo que lo más fácil hubiese sido desarrollar la trama contando la historia desde la voz de Oliver, joven, estudiante, experimentado. Hubiese sido más fácil, sí, pero no habría conseguido lo que consigue haciéndole hablar a Elio. Los miedos, las pasiones más internas, los sentimientos escondidos, los pensamientos más íntimos de un adolescente tímido ante el amor son la base de la novela. Consigue construir un monumento al amor romántico, que no al puritano. El caso es que la relación es entre dos hombres, pero podría ser entre un hombre y una mujer, entre dos mujeres o entre dos personas, sin importarnos con qué género se identifica. Ese es uno de los valores de la novela. Y en el caso de este amor entre dos hombres lo presenta con una naturalidad exquisita. Sin dramas, sin el qué dirán, ni el trauma de una salida de armario, sin el escándalo, sin la sordidez, sin el castigo o la marginalidad que acompañan a otras novelas que nos hablan del amor homosexual. Y luego está la diferencia de edad entre los protagonistas. No hay una relación de poder entre uno y otro. No es el adolescente engañado y el adulto que se aprovecha. Es una relación de tú a tú.

Y claro, con semejante y maravillosa historia, tenía muchos boletos para ser llevada a la gran pantalla. Y además, de manera magistral. Dirigida por Luca Guadagnino y protagonizada por un espectacular Timothée Chalamet, nominado este año al Oscar al mejor actor y Armie Hammer. Por aquí se estrenó hace poco, con casi un año de retraso,  está ahora mismo en cartelera y desde luego, no me la voy a perder. Además a Elio le encanta Bach… ♥ ♥ ♥

Un libro, en definitiva, para toda persona que sigue creyendo en el Amor, sea este como sea, entre quien sea y cuando sea. Si queréis reconciliaros con el Amor, este es vuestro libro. Si queréis estremeceros con una prosa exquisita que llega hasta el fondo, esta es vuestra novela. Si queréis conmoveros con una historia bellísima, este es el libro que necesitáis. Disfrutadlo.

de un tirón

¿Por qué lo que fue hermoso, cuando miramos atrás, se nos vuelve quebradizo al saber que ocultamos verdades amargas? ¿Acaso porque en semejante situación no se puede ser feliz? Y, sin embargo, ¡éramos felices! A veces un final doloroso hace que el recuerdo traicione la felicidad pasada. A lo mejor es que la única felicidad verdadera es la que dura siempre. Porque solo puede tener un final doloroso lo que ya era doloroso de por sí, aunque no fuéramos conscientes de ello, aunque lo ignorásemos. Pero un dolor inconsciente e ignorado, ¿es dolor?

El lector, de Bernhard Schlink, es uno de esos libros que, quien más, quien menos, ha oído hablar alguna vez. Un libro que, normalmente, lo ponen bastante bien. Para colmo, es una obra que fue versionada para el cine con bastante éxito, siendo una de sus protagonistas, la titánica Kate Winslet, ganadora de varios premios, entre ellos el Oscar y el Globo de Oro, a la mejor actriz. Y en estas estamos cuando el otro día, visitando la tienda de Katixa, alias @Deborahlibros, lo vi en el estante de los Delicatessen, esos libros que, según la librera, le supieron a gloria. Como el fin de semana era largo y no tenía ninguna intención de salir de casa, me lo llevé junto al otro que había ido a comprar, del cual ya os hablé el otro día en esta entrada.

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Las poco más de 200 páginas las leí en una tarde de esas con manta, velas y luz invernal tras la ventana, en la primera parte del puente foral… Es una buena lectura para la segunda parte, la de este fin de semana largo. La colección Edición Limitada, con tapa dura y sobre cubierta, que Anagrama ha hecho con unos cuantos títulos, entre los que se encuentra la obra del escritor alemán (aunque no aparece en su página web), es una gozada, por los títulos que contiene y por el maravilloso precio de 10€ que cuesta cada uno de ellos. Merece la pena, mucho. El caso es que la historia de la obra en cuestión, te engancha fácilmente y su lectura rápida, llena de unos magníficos silencios, te atrapa sin darte cuenta y de repente finalizas su lectura de un tirón.

Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio, empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta y seis años. Unas semanas después, el muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens… El ritual se repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro. Siete años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de criminales de guerra nazis y de ser las responsables de la muerte de varias personas en el campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas atrocidades, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la que amó… Bernhard Schlink ha escrito una deslumbrante novela sobre el amor, el horro y la piedad; sobre las heridas abiertas de la historia; sobre una generación de alemanes perseguida por un pasado que no vivieron directamente, pero cuyas sombras se ciernen sobre ellos.

Una lectura en la que aparece el poder de los sentimientos, el amor y la culpa, el revisionismo alemán en la posguerra y la condena a toda una generación, la pasividad de una sociedad ante los crímenes del nazismo, el descubrimiento sexual y la necesidad de leer clásicos.

Una novela para quienes se han enamorado alguna vez de alguien mucho mayor, o para quienes se enamoran sin querer de gente mucho más joven. Para quienes quieran recordar su despertar sexual y para esas personas que creen que la lectura es una puerta abierta a historias inimaginables, hasta que caen en la cuenta que su propia historia puede tener mucho de libro. Para quienes estudian Derecho y así poder entender que, más allá de leyes y normas, las personas pueden tener mil y un motivos para cometer un crimen. Por mal que esté cometer un crimen…

 

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amistad con un halcón

Después, ladeando las alas, se deslizó de costado unos cuantos metros, aleteó una vez más y comenzó a cernirse sobre lo que quiera que fuera de nuevo.

Kes es una obra de Barry Hines, hasta ahora inédita en castellano, publicada por Impedimenta, que es conocida porque fue llevada a la gran pantalla por Ken Loach, el director de cine social, autor de películas maravillosas como Tierra y Libertad, Agenda oculta o una de mis favoritas, El viento que agita la cebada, ganadora de la Palma de Oro de Cannes en 2006.

Esta novela fue la segunda de su autor, y su título original no era Kes, como la película del director independiente, sino A Kestrel for a Knave, algo así como Un cernícalo para un pilluelo. El pilluelo al que hace referencia el título original es Billy Casper, un chaval de los suburbios de una ciudad media inglesa, que vive con su madre separada y con su hermano mayor, minero, borracho y violento. La historia se desarrolla en la gris Inglaterra previa al Tatcherismo, cuando todavía las minas estaban abiertas y los obreros llevaban un mísero jornal semanal a su casa. Una historia en esa profunda Inglaterra, en la que el fracaso escolar era pan de cada día en las escuelas públicas, con las casas de apuestas como parte de esa cotidianidad, el alcoholismo presente en casi todas las familias como vía de escape del duro trabajo y el rigor y castigo pilar de la educación inglesa.

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Y en medio de este marco oscuro, Billy Casper, un pre-chav (imprescindible leer a Owen Jones), en el límite de la delincuencia, inmerso en su mundo imaginario, se lleva de su nido a un polluelo de halcón y con la ayuda de un libro de cetrería lo adiestra y enseña. Esta rapaz es para Billy, que es por otro lado uno de los personajes con más fuerza que he leído, un ejemplo de fuerza silenciosa, el elemento de donde extrae la confianza, el amor y la pasión que no encuentra en su entorno. Una luz que en su lluviosa sociedad es vital para seguir adelante. Los pasajes en donde describe su entrenamiento con el halcón son impresionantes.

Una novela para quienes echan en falta una relación sin aditivos con la naturaleza, para quienes piensan que no pueden hacer algo, para quienes están faltos de fuerza y para quienes opinan que lo diferente es un valor y una riqueza.

vida, al estilo de Zorba

Sentí una vez más lo sencillo que puede ser alcanzar la felicidad: un vaso de vino, unas castañas asadas, una mísero brasero, el sonido de la mar… Y nada más. Y todo lo que se necesita para sentirlo aquí y ahora es un corazón sencillo, frugal.

Aunque no se haya visto la película, quien más, quien menos, recuerda la escena de Anthony Quinn con un joven que casi nadie sabe que se llamaba Alan Bates bailando al son de la música de Mikis Theodorakis un sirtaki en medio de una playa cretense. Ese es el final de la película, pero, como en muchas ocasiones ocurre, no es el final del libro que dio origen a la película ganadora de tres Oscar.

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Nikos Kazantzakis, fue un escritor y filósofo griego que se dedicó a la poesía, las novelas y los libros de viaje. En 1946 escribió Zorba el griego. Vida y aventuras de Alexis Zorbas, una novela que cuenta la historia de un joven intelectual, aburrido, cuya única manera de vivir la vida es a través de los libros, a través de otras vidas, hasta que se encuentra con Zorba, un hombre alegre y bullicioso que se dice experto en hacer sopas de todo tipo, minero capaz de abrir las vetas más hermosas para la tierra, tañedor del sandouri, ese santur consistente en cuerdas metálicas que son golpeadas con un palo logrando sacar sonidos hermosos. Zorba ha sido un poco de todo y cuenta historias, muchas, y las que no sabe contar con su voz las baila, porque Zorba es capaz de contar lo que siente por medio de la danza.

El caso es que el patrón, nombre por el que conoceremos al joven intelectual, narrador de la historia, queda prendido con la vitalidad de ese hombre de ojos profundos, que es capaz de asombrarse con las estrellas como si las viese por primera vez, que da importancia a la vida misma, esa que es necesario vivir en presente, sin estar pendiente de lo que hiciste, ni de lo que harás. En esta historia de amistad se cruzan otros personajes, mujeres que en su día fueron musas de hasta cuatro almirantes de cuatro potencias navales diferentes, mujeres que viven la vida con pasión, sin dar importancia al qué dirán, hombres pretendidamente santos, popes griegos, que son en realidad seres ruines y míseros.

Si estás siendo víctima del agotamiento de este final de curso, o vives la vida con el aburrimiento de la monotonía, sin dar importancia a las cosas sencillas, sin ser consciente de la belleza de una planta, aunque esté muerta de sed, si no sientes dentro de ti el olor a vida que desprende una ensalada de tomate con ajo, si has perdido la capacidad de beber una copa de vino con los amigos como si ese vino fuese la amistad misma, si crees que la vida consiste únicamente en leer las vidas de otros, si no eres capaz de sonreír con el descubrimiento diario de un niño, si has dejado de ser hace tiempo ese niño que descubría la vida, esta novela es tu novela. Zorba, el griego, que en realidad es macedonio, te contagiará su alegría por la vida, por esa vida que está delante nuestra y que la mayoría de las veces no vemos. Una novela para este verano recién comenzado.

El libro ha sido editado por Acantilado en una nueva traducción de Selma Ancira que, de verdad, es una auténtica maravilla. La traductora ha sido capaz de captar en su totalidad la vitalidad y el goce instantáneo de Zorba. Os dejo con el famoso sirtaki de Theodorakis. Bailadlo y dejaros atrapar por la danza. Hablad a través de ella, como Zorba.

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¿oyes al pueblo cantar?

Pues mira que estaba a punto de meterme en la cama y me voy a ir más revolucionado que otra cosa. Me ha dado por ahí. Será la víspera del Aberri Eguna. Un musical, ni más ni menos, una revolución, una de tantas, esta vez sofocada por el poder establecido. 1832, París, 1980, París, una revolución, un musical. Ya ves. Y entre las maravillas que se escuchan en ese musical, una canción de lucha, Do you hear the people sing?, ¿Oyes al pueblo cantar? Porque, aunque a veces se pierda, si el pueblo canta, al final vencerá. Por cierto, imprescindible la novela de Victor Hugo. De ahí al musical, nunca al revés. Por favor.

¿Más allá de la barricada hay un mundo que anhelamos ver?
Entonces, únete a la lucha. Eso te dará el derecho de ser libre.

Do you hear the people sing
Singing the song of angry men
It is the music of a people
Who will not be slaves again
When the beating of your heart
Echoes the beating of the drums
There is a life about to start
When tomorrow comes
Will you join in our crusade
Who will be strong and stand with me
Beyond the barricade
Is there a world you long to see
Then join in the fight
That will give you the right to be free
Do you hear the people sing
Singing the song of angry men
It is the music of a people
Who will not be slaves again
When the beating of your heart
Echoes the beating of the drums
There is a life about to start
When tomorrow comes
Will you give all you can give
So that our banner may advance
Some will fall and some will live
Will you stand up and take your chance
The blood of the martyrs
Will water the meadows of France
Do you hear the people sing
Singing the song of angry men
It is the music of a people
Who will not be slaves again
When the beating of your heart
Echoes the beating of the drums
There is a life about to start
When tomorrow comes

morir contemplando la belleza

La escena de hoy puedo decir que es una de mis preferidas, y es que en esta ocasión la música que la acompaña recoge a la perfección no solo lo que ocurre en esa escena, que es además la escena final de la película, si no que encierra en sus notas el significado de toda la obra llevada al cine por el maestro Luchino Visconti. Estamos hablando, cómo no, de Muerte en Venecia, cinta de 1971, basada en la obra homónima de Thomas Mann.

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La novela, que en su momento leí sin llegar a entender parte de su simbolismo debido a mi propia juventud, cuenta la historia de un escritor (compositor en la película) que se traslada a Venecia a descansar de su ajetreada vida en la ciudad. En el hotel en el que se encuentra coincide con una familia polaca, uno de cuyos miembros es el joven Tadzio, andrógino de belleza sobrecogedora y que representa la belleza misma, la juventud, la despreocupación o el despertar. El compositor se queda prendado por el joven, en una representación del ideal estético que, conforme va transcurriendo la película, se convierte en obsesión. La relación entre Tadzio y von Aschenbach es cada día más tormentosa, para el compositor, se entiende ya que el joven casi no percibe la presencia del alemán no hablando en toda la película. Si Tadzio es la juventud y la belleza, el compositor representa la decadencia y la juventud perdida.

La escena es el final de la película y en ella se ve Dirk Bogarde, que encarna al compositor, sentado en una tumbona en la playa del Lido, observando a Tadzio, caracterizado por Björn Andrésen. Von Aschenbach ha salido a la playa maquillado, para esconder su decadencia y observando al polaco muere  sentado. Tadzio ni se da cuenta y sigue jugando en el agua y hablando con algún compañero. Los trabajadores del hotel se llevan el cuerpo del compositor. Durante toda esta escena suena de fondo el Adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler.

Gustav Mahler terminó su 5ª Sinfonía en 1902, aunque volvió una y otra vez a ella hasta su muerte en 1911. En tono de do sostenido menor, la sinfonía, de cinco movimientos, dicen que es la que mejor representa las obsesiones de Mahler, como la muerte, el amor, la naturaleza o la música popular. Empieza con sonidos de muerte para ir pasando a la tranquilidad y desembocar en la vida, en el gigantesco quinto movimiento. La música que suena en la película, en toda ella, es el cuarto movimiento, el Adagietto que Mahler dedicó a su esposa, Alma. Este movimiento es la expresión del amor y seguramente una de sus músicas más conocidas, en gran parte por culpa de Visconti. Dentro de la obra musical de Mahler el Adagietto es una rareza debido a su sencillez, con una inusitada orquestación para cuerda y dos arpas y que se puede catalogar como una de las músicas más intimas compuestas en toda la historia. Como curiosidad señalar que esta música acompañó el funeral de Robert F. Kennedy bajo la batuta de un director netamente mahleriano, Leonard Bernstein. Por cierto, aquí lo tenéis dirigiendo a la Filarmónica de Viena en el famoso movimiento:

Entre las grabaciones os recomiendo dos. Una dirigida en 1993 por Claudio Abbado, para Deutsche Grammophon, que lleva a la Filarmónica de Berlín a interpretar con una fuerza indescriptible la sinfonía. La otra, cómo no, está dirigida por Leonard Bernstein en 1987 al frente de la Filarmónica de Nueva York, también para el sello alemán. Para muchos, me incluyo, la mejor grabación de esta sinfonía en disco. Recomendabilísima.

 

concierto peligroso

La escena que presento hoy es, para mi, el momento clave de una película que, en su momento, me impactó. Tras ver Las amistades peligrosas, quedé maravillado de aquella historia, de la ambientación de la película, los lugares que aparecían en ella, los trajes y vestidos, su música, John Malkovich, Michelle Pfeiffer, Uma Thurman, Keanu Reeves y sobre todo una impresionante, en todos los sentidos, Glenn Close, con la cual estuve a punto de convertirme en un fan friki. Es lo que tiene la adolescencia.

La película, dirigida en 1988 (joder cómo pasa el tiempo) por Stephen Frears, cuenta la extraordinaria historia de La Marquesa de Merteuil que, por despecho hacia su amante que la acaba de abandonar, se alía con otro antiguo amante, el Vizconde de Valmont, para que desvirgue a la que será la esposa de su ex, que además es la hija de su prima. Un lío. La cuestión es que el tal Valmont, que es un pieza de cuidado, está ahora intentando montárselo con Madame de Tourvel, una beata casada, así que la marquesa le propone un juego en el que ella hará lo posible por ponerle a la beata en bandeja, con la condición de levantarse a la virginal Cécile. El final, como no puede ser de otra manera, se desmadra, alguna se muere, a otros les matan y para desgracia de la marquesa, todo París se entera de lo sucedido. La escena final de la película es de las de antología.

En cuanto a la escena que traigo, se trata de la victoria de Valmont sobre la joven Cécile (a la fuerza…), como consigue acostarse con ella, como el ambiente se enrarece en la casa y como la marquesa es solicitada para ayudar en este percal. No saben lo que se les viene encima. El caso es que Frears, cuya película cuenta con una muy buena banda sonora compuesta por George Fenton, utiliza para toda esta escena el primer movimiento, Allegro, del Concierto para cuatro claves en en la menor, BWV 1065, de Johann Sebastian Bach. Un acierto en el ritmo de la escena y en la ambientación del hecho que narra. Esta es la escena:

En cuanto a la obra de Bach, señalar que, en realidad, se trata de una adaptación para cuatro claves de un concierto para cuatro violines de Antonio Vivaldi. Esta práctica era muy habitual en la época y no era ningún desmerecimiento para quien lo hacía. De todos modos hay que resaltar que esta es la única adaptación de un concierto para la clave que Bach hizo de una composición que no era propia. En 1713, el duque de Sajonia-Weimar, al servicio del cual estaba el compositor, regresó de un viaje con un montón de partituras, muchas de ellas de música italiana. El caso es que a Bach le interesó sobremanera el esquema de concerto grosso, imperante ene se momento por aquellas tierras, cuya característica principal es la alternancia de la orquesta con instrumentos solistas. Así que, años más tarde, cogió una de esas partituras, la del Concierto para cuatro violines en si menor, RV 580, de Antonio Vivaldi, para adaptarlo al teclado. La adaptación está compuesta de tres movimientos, Allegro, Largo, Allegro, y cosa los tres están en el mismo tono, en la menor, cosa que el concierto de Vivaldi no. La música es viva en su principio que es la parte que se utiliza en la película y destaca el segundo movimiento de Bach, que fue catalogado de innovador en su momento. Os dejo con la versión al piano que Argerich, Kissin, Levine, Pletnev interpretaron en Verbier, en su Festival de Música clásica, el 22 de julio de 2002.

Y, como no podía ser de otra manera para completar la audición, os dejo, también, la versión original de Vivaldi, interpretada por el Giardino Armonico.

En cuanto a las versiones bachianas me quedo con dos. Las dos con claves, no con pianos. En primer lugar la que hacen los virtuosos The English Concert, drigidos por Trevor Pinnock, una versión que se recoge en esta integral de los conciertos para diferentes instrumentos de Bach en donde lo más reseñable es el acierto en el tiempo empleado. Esta interpretación fue editada por el sello Archiv. La segunda versión es la de Café Zimmermann en el cuarto volumen de los Conciertos para diversos instrumentos, una versión muy fresca que merece la pena y que se puede adquirir cada álbum por separado.

Y ya que estamos, os dejo con dos versiones del concierto original de Vivaldi. La primera es excelente, llena de vida y llena de la genialidad de Jordi Savall dirigiendo a Le Concert des Nations para su propio sello Alia Vox. La segunda nos ofrece la posibilidad de escuchar la versión vivaldiana de la mano de Café Zimmermann, que también interpretan en otro álbum la versión del cantor de Leipzig, también en Alpha.

Y dejadme despedirme con la escena final de Las amistades peligrosas. Solo por esta escena Glenn Close se merecía el Oscar a la mejor actriz principal que Jodie Foster ganó en los premios de Hollywood de aquel año.

P.D. A todo esto, la película está basada en la novela epistolar de Pierre Choderlos de Laclors, publicada en 1782 y que merece, y mucho, leerla. Es de esas obras que lees, poco a poco, a gusto y gozando de ella. Hay una buena edición de Mondadori y otra en versión bolsillo de Cátedra.