la Europa de Homero y Cheikhouna

Ayer, en una de esas fechas que producen sonrojo, se «celebró» el Día de Europa. Y digo sonrojo, porque es una fecha, promovida por los estados de la Unión Europea, que pretende ahondar en la supuesta fraternidad europea, mientras el día a día demuestra que los intereses de ese Sistema son seguir produciendo riquezas para unos pocos, a costa de las y los trabajadores, cerrar las fronteras y levantar muros a personas refugiadas de determinados lugares, e impulsar guerras y conflictos que afiancen el control que ejercen sobre todo el continente. La celebración no se en qué consistió, imagino que en algún acto oficial en Bruselas o Estrasburgo, porque lo que es, aquí, pasó desapercibido.

Curiosamente ayer por la noche terminé un ensayo dedicado a la figura de Homero, uno de los orígenes de la literatura europea. Un libro que forma parte de la preparación que estoy haciendo para leer, en su momento, la Ilíada y la Odisea. El eterno viaje es una obra pedagógica y extraordinariamente amena escrita por Adam Nicolson, escritor de series y autor de libros de historia y paisajismo. Un libro que nace de la pasión del autor por Homero. Pero, ¿quién fue Homero? ¿Cuándo escribió sus obras? ¿Cómo era Europa entonces?

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El poeta ciego no existió como tal. Así de sencillo. Lo que hoy llamamos Homero es en realidad una tradición de historias y leyendas que, de manera oral durante muchos siglos y recogidas después en forma de escrito, pasaron de padres a hijos y de madres a hijas, que en esto de las leyendas contadas a la luz de la lumbre las madres y abuelas siempre han tenido mucho que ver. Era historias que tienen su origen en épocas mucho más lejanas a cuando se creía que se habían «escrito», historias que son el mismo origen de Europa en la Edad de Bronce. Nicolson es capaz de descubrirnos la historia de Europa a través de Homero, una Europa que nada o poco tiene que ver con el mapa político de fronteras actual. La Europa de Homero, de Aquiles, de Héctor, de Ulises y de Penélope es una Europa forjada alrededor del Mediterráneo, del norte y del sur, de ese Mediterráneo que bebe sus fuentes de Asia y de los países bálticos y también de ese Mediterráneo que baña las costas de Egipto, Siria o Palestina. Muchas veces se nos olvida que el mar europeo, ese Mare Nostrum, es también africano. Muchas veces se nos olvida que Europa no sería como es si no hubiese tenido las relaciones de igual a igual que tuvo durante muchos siglos con los pueblos hermanos del norte de África. Las leyendas que narra Homero son historias que se repiten en los países escandinavos, en los países bálticos, incluso en las islas británicas. Pero también son hechos, caracteres y perfiles que se repiten en leyendas «lejanas» como El poema de Gilgamesh.

En la Ilíada y la odisea hay profundas reflexiones de las relaciones entre padres e hijos, hombres y mujeres, existen extensas reflexiones sobre la mujer, se habla y se vuelve a hablar sobre la necesidad del amor, sobre la violencia de las guerras y sus consecuencias humanas, el valor de la memoria, el transcurrir de la juventud y la vejez. Si la Ilíada es la historia del amor y la guerra, de la ternura y la violencia extrema, la odisea es la historia de un viaje, de un Ulises que recorre los caminos como un refugiado más, sin rumbo y sin saber a dónde ir, con una Ítaca perdida donde le espera Penélope.

Un libro para europeístas convencidos y que prefieren lo auténtico, para aquellos que siguen acogiendo refugiados después de muchas Troyas, para quien escuchaba bellas historias de su abuela y no sabía el origen de esos cuentos, para quienes quieran iniciar El viaje, de la mano de Homero y para quienes se atreven a cambiar la perspectiva que tienen de una realidad que no es tal.

Sigo mi viaje preparándome para leer las obras homéricas y continuo reflexionando sobre esta Europa cada vez más alejada de sus orígenes multiculturales, cada vez más falseada y cada vez más deshumanizada. Y sigo creyendo en la Europa de las personas, una Europa que tiene que volver a reconocer a los hermanos africanos como parte de su propio origen. Mientras tanto, ayer, en esta Iruñea del siglo XXI, un juez dictó sentencia de expulsión contra un vecino de la Txantrea por el hecho de haber nacido en Senegal y no tener unos papeles que son tan importantes para esa Europa que vigila desde Bruselas. Quizás si hubiese leído la Odisea hubiese entendido que Cheikhouna es un Ulises que tras un largo viaje ha encontrado su Ítaca a orillas del Arga, en ese barrio de la Iruñea bella que es la Txantrea.

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en equipo, esa es la clave

El mes pasado, kuskuxeando (cotilleando) por el blog de Deborahlibros me encontré con su reseña de un libro que lo ponía bastante bien. Era, en principio, un libro cuya temática no me interesaba, pero según la librera-bloguera estaba escrito de tal manera que te atrapaba la fantástica historia que contaba y sobre todo te impregnaba con el esfuerzo y la gesta que protagonizó el equipo estadounidense de remo en las Olimpiadas de 1936, aquellas que el régimen nazi organizó para vender su visión del mundo convenientemente edulcorado.

El caso es que me apunté el título para descubrir algo más de él y lo dejé aparcado. Y resulta que uno de los regalos navideños que tuve fue, precisamente, este libro de 459 páginas, que lleva dos ediciones y que muy bien escrito tenía que estar para que me gustase. La única ocasión que he remado ha sido una vez que el tío Valentín de Zarautz me llevó en su txalupa a pescar txipirones y la verdad sea dicha yo no hacía más que dar paladas al agua y poco más. Después me solté algo más en el estanque del Retiro aquella vez que fui con los de clase de Artes y Oficios a ver Arco, la Feria de Arte Contemporáneo. Y la verdad es que aquella excursión fue un soltarme en todo los sentidos. ¡Viva el arte y viva la juventud! Pero vuelvo al tema. Aparte de esas dos ocasiones no he remado nunca más. Siempre me he quedado mirando las piraguas que recorren tranquilamente el Arga, me surge curiosidad con las regatas entre Oxford y Cambridge, pero más por el ambiente que se crea que por otra cosa. Y cuando son las regatas (estropadak) de Zarautz el 15 de agosto, soy de los que prefiero tomarme un txakoli en el malecón que quedarme viéndolo en la tele de un bar o con los catalejos desde la playa. En fin, que el tema no es mi pasión.

Así que abrí el libro con cautela y resulta que enseguida me fui metiendo en la historia, difícil historia, de Joe Rantz, un chaval cuya familia no tenía ni un duro, cuya madre murió cuando tenía 5 años, que se lo llevaron a una tía para que lo cuidase, que su padre se casó de nuevo, que le gustaba tocar el banjo, que su padre le abandonó a los 15 porque no podían darle de comer, que trabajaba en verano cortando árboles y picando en canteras para poder estudiar en la universidad y que se apuntó al equipo de remo por probar. No podía ni imaginar que en tres años iba a representar a su país en las Olimpiadas de Berlín. Pero mucho menos podía imaginar que en el remo iba a encontrar una filosofía de vida y unos amigos para toda la vida. Ahí conoció a su entrenador, a un constructor de botes de madera para practicar remo de ocho asientos, a su novia, a muchas personas del mundo del remo y sobre todo, ahí se conoció a sí mismo.

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Lo he leído muy a gusto y puedo decir que me ha sorprendido la capacidad que tiene Daniel James Brown para hacerte vivir cada una de las carreras que relata en el libro. Casi he estado a punto, más de una vez, de lanzar gritos de ánimo.


Si te gusta el deporte en general, es un buen libro. Si te gusta el remo en particular, es una delicia. Si quieres sorprenderte con algo y quedarte con un buen gusto de boca, también es tu libro. Si quieres diferenciar el remo, del piragüismo, teambién es un buen libro. Y si sigues creyendo en el valor del equipo, a pesar del idiota de tu compañero o de tus propias torpezas, pues también es tu libro. ¡Todos a una! ¡A remar!


Remando como un solo hombre, edición de Nórdica libros y Capitán Swing.

¿Cuál es el valor espiritual del remo?…

La disolución de uno mismo en el esfuerzo cooperativo del equipo como conjunto.

George Yeoman Pocock