ilustraciones que cuentan historias

¿Cuál es la razón por la que compras una edición concreta de un título de libro? Es decir, si hay más de una edición de un mismo título para comprar (algo que puede suceder con los clásicos o con los títulos que son reeditados), ¿qué determina la compra? ¿El precio? ¿La editorial? ¿El año de edición? ¿La tapa del libro? ¿La traducción? En mi caso, lo admito, normalmente me lanzo por los editados más recientemente o, en el caso de los clásicos, por la mejor traducción (evidentemente entonces tengo que buscar en Internet cuáles y de qué año son las traducciones realizadas del título en cuestión). A este respecto, en más de una ocasión, antes de fijarme en el detalle de la traducción, existía el peligro de comprar un título con una traducción antigua, en ocasiones (por ejemplo con Shakespeare, Dickens, Austen y otros grandes autores, por lo general, anglosajones) con traducciones del siglo XIX. Esto de las traducciones lo aprendí gracias a los antiguos libreros de El Parnasillo. En otros momentos, si me puedo permitir el lujo, la edición elegida es de tapa dura, grande y en ocasiones ilustrada. Tengo ya unos cuantos libros clásicos que contienen unas ilustraciones de morirte de gusto y entre todas ellas destacan los ilustrados por el madrileño, Fernando Vicente, habitual de Babelia.

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Las ilustraciones de Vicente se caracterizan porque son realizadas sobre papel o lienzo, normalmente en caballete y utilizando lápiz, acuarela y acrílicos. Destaca la utilización de personajes humanos en toda su obra. Lo bueno de su obra es que, no solo es complementaria a la narración que ilustra, si no que en muchas ocasiones es un elemento imprescindible para llegar al fondo de la misma. El caso es que hace poco estuvo en Iruñea para participar en el VIII Salón del Cómic, ofreciendo una charla en el Civicán y exponiendo en el Condestable su trabajo para la obra de Bram Stoker, Drácula, una muestra que estará hasta el día 28 de septiembre y que de ninguna manera quiero perdérmela.

Y va entonces la amiga Deborahlibros y nos prepara una firma de sus libros en su tienda. Y yo, que para estas cosas no me importa ser un poco friki, decidí irme para allí con uno de los libros que tenía con sus ilustraciones, El hombre que pudo reinar, de Rudyard Kipling (película maravillosa, actores estupendos, cuento extraordinario, dibujos para morirte) y como sabía que había hecho un trabajo para uno de los clásicos que quería leer, Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, pues se lo pedí a la librera y tras arduo trabajo me lo consiguió y me hice con él. El libro es para cogerlo y empezar a acariciarlo sin descanso. Así que allí estaba, en la fila, con mis dos libros para que me los firmase y joder, en la mesa de al lado, con varios de sus libros en venta, vi uno que me miraba insistentemente. Lo juro. Me decía claramente que me lo tenía que llevar. Así que lo cogí, me maravillé con la edición, me estremecí con los dibujos y lo pagué haciendo cálculos para no comprar más libros en unas cuantas semanas (no creo que lo logre). Así que volví a la fila con el tercer título, Diez días que sacudieron el mundo, de John Reed, que lo leeré para octubre, celebrando el centenario de la Revolución rusa.

Fernando Vicente, aparte de un profesional con un gusto exquisito, es una persona amable, simpática, que me firmó los tres libros a la manera que solo puede hacerlo un ilustrador. En cada uno de ellos me hizo un dibujo, empleando lápiz, rotuladores y acuarela. Utilizó el tiempo necesario para hacerlos, sin prisas, como se hacen las cosas bien hechas. Lo mejor de todo fue poder hablar con él sobre su obra, los matices que lograron sus dibujos en el cuento de El hombre que pudo reinar. Es una gozada poder hablar de eso con alguien cuyo trabajo admiras. Dibujos y firma con dedicatoria. Impagable. En la mesa quedaron otras joyas como Drácula, Poeta en Nueva York o Estudio en escarlata. Otro día será.

Si queréis saber más de él, os recomiendo que os paseéis por su página web, o su Instagram o seguirle en Twitter. Yo mientras tanto os dejo con diez de sus trabajos para que os maravilléis. A mi ya me tiene enamorado. Muchas gracias, eskerrik asko a Deborahlibros por darnos la oportunidad de poder charlar con Fernando Vicente.

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niebla londinense

Domingo, tras la exitosa mani de ayer toca pasear por la mañana, aprovechar este invierno que no quiere serlo, disfrutar de la lluvia y a la tarde puede ser un buen momento de lectura. Y una lectura de esas de detectives londinenses de finales del XIX, en medio de la niebla, asesinatos, descubrir quién es el asesino. Lectura sencilla pero de calidad, que diría Deborahlibros, como para una tarde de domingo.

Y es que aquello si que fue una gran niebla. La de 1897 en Londres, digo. Una niebla que, según las crónicas, sumió a la ciudad del Támesis en un manto blanco a través del cual apenas se vislumbraba tu mano si la alejabas de tu cuerpo. En el final de la época victoriana, un Londres con cada vez más problemas sociales, el movimiento obrero, harto de la explotación industrial, ha decidido que es hora de luchar por una mejora de sus condiciones de vida. Mientras tanto las colonias británicas cada vez andan más revueltas y sobre todo, Irlanda, es cada vez más un problema real para el Imperio. Es en este Londres en el que se desarrolla la historia del libro, de apenas 100 páginas, escrito por Richard Harding Davis y titulado, precisamente, En la niebla.

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Este escritor norteamericano nació en Filadelfia en 1864, trabajó de redactor en varios periódicos, fue corresponsal en varias guerras y su obra más reconocida es Soldado de fortuna, que ha sido llevada al cine en dos ocasiones.

En cuanto a la novela que os propongo, este es el resumen de su historia. En la noche siguiente a esa gran niebla de 1897, un grupo de socios del club de caballeros más distinguido del mundo (estos ni se enteraban de luchas obreras, ni de nada), tratan de recomponer el rompecabezas de un doble asesinato acaecido el día anterior. Intensa niebla, un hombre que se pierde en mitad de Londres, el portal de una casa entre abierta y un asesinato recién cometido.


Una historia entretenidísima, que se lee en 0,2 y que tiene la virtud de atraparte de lleno en ella. Por eso, antes de comenzar a leer la novela, es mejor haber merendado, porque no te vas a levantar ni a mear. Si te va el Londres de levitas y chisteras e incluso si te ha dado por dejarte un bigote con las puntas hacia arriba, este es tu libro. Todo esto de la mano de una pequeña editorial que acabo de descubrir y que se está empeñando, me parece, en rescatar algunas obras hasta ahora desconocidas. Ardicia, editorial que señala del libro, al final de sus páginas, lo siguiente:

Impreso en Madrid en dos mil quince, cumplidos ciento veintiocho años de la publicación de Estudio en escarlata de Arthur Conan Doyle, primera aventura de un detective aficionado al violín y a la cocaína en una solución al 7%, que desaparecería en las cataratas de Reichenbach solo para, tres años después, volver de entre los muertos a petición popular.