libres y cultos

En Semana Santa, días de descanso, lectura y paseos, estuve viendo una serie en Filmin que merece mucho la pena. Life in Squares.

La serie nos cuenta, en tres capítulos de una hora de duración, la historia del llamado Círculo o Grupo de Bloomsbury a través de algunos de sus integrantes más significados. Las hermanas Stephen, conocidas posteriormente como Virginia Woolf, escritora, y Vanessa Bell, pintora, el pintor Duncan Grant, el crítico de arte Clive Bell, el editor Leonard Woolf, Lytton Strachey, escritor o el economista John Maynard Keynes. Otros miembros del grupo que no aparecen en la serie fueron el filósofo Bertrand Russell, el novelista E. M. Forster, la escritora Katherine Mansfield y la pintora Dora Carrington.

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Este grupo intelectual, que tomó el nombre por el barrio de Londres donde se encuentra el Museo Británico y donde vivían la mayor parte de ellos, incluidas las hermanas Stephen en cuya casa se reunían, abogó, a principios del XX, con las costumbres victorianas todavía presentes en Londres e Inglaterra, por un pensamiento libre en la vida y la creación. El grupo tuvo en común un gran desprecio por la religión. Objetores de conciencia en la 1ª Guerra Mundial, defensores de la libertad sexual, promotores de la igualdad de la mujer y el hombre… Se consideraban miembros de una élite intelectual ilustrada, de ideología liberal y humanista. Parte de sus orígenes intelectuales están en el Trinity College, de Cambridge y el King´s College, de Londres, donde estudiaron la mayoría de ellos. El grupo obtuvo una temprana relevancia en los medios cuando en 1910, miembros del círculo llevaron a cabo el Engaño del Dreadnought, una broma en la que se hicieron pasar por representantes de la realeza abisinia para ser recibidos en el acorazado HMS Dreadnought con honores de estado y que, debido a su repercusión en los medios, puso en ridículo a la Royal Navy. En el terreno artístico tuvieron influencias de Paul Gauguin, Vincent Van Gogh y especialmente Paul Cézanne.

La serie, de la BBC, solo con eso es ya un aliciente para verla, está grabada con una exquisitez extraordinaria. El tratamiento de la luz y el color es casi pictórico y de una delicadeza impresionante. Los tres protagonistas principales, Vanessa Bell, Virginia Woolf y Duncan Grant están interpretados en los dos primeros capítulos, los años jóvenes, digamos, por Phoebe Fox, Lydia Leonard y James Norton. En el último capítulo los interpretan Eve Best, Catherine McCormack y Rupert Penry-Jones.

Lo dicho, merece la pena, y mucho, verla. Con la cantidad de bodrio presente en la TV, una serie como esta se convierte en una auténtica joya.


callejeando por Londres con Virginia Woolf

Falta todavía mes y medio para que parta a conocer in situ la capital inglesa, una de esas ciudades que existen en el mundo que, aunque no hayas estado jamás físicamente, se podría decir que conoces muchas de sus calles, historias y personajes. No existen muchas de estas ciudades, New York, Roma y París. Y para de contar. No llegan a los dedos de una mano. Londres es, desde luego, la que completa completa el cuarteto.

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El caso es que cuando voy a algún sitio de viaje, aunque sea un fin de semana largo, me gusta leer sobre el lugar, más allá de las guías al uso. La literatura alberga muchas obras que te acercan al lugar que vas a visitar, antes de emprender el viaje, o que refuerzan lo vivido tras terminar la aventura. En cuanto a Londres, aparte de haber gozado con un libro de la editorial Taschen titulado 36 hours, Londres y otros destinos, me he ido decantando por algunas obras «londinenses». Y si hay una escritora londinense por antonomasia, es Virginia Woolf. La obra, más bien obrita, se titula Sin rumbo por las calles: una aventura londinense. Ayer, en una visita a Deborahlibros, acabé comprándolo y me fui a leerlo tranquilamente en un banco de la Media Luna, lo bastante protegido del viento que empezaba a moverse y lo suficiente expuesto al sol para disfrutar del momento.

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Virginia escribió en 1927 este breve relato que no sobrepasa las 90 páginas y que el editor José J. de Olañeta publicó en castellano en 2015, dentro de la colección Centellas. El relato, que aunque sea corto es un torrente de excelencia literaria, lo escribió «para contar cómo la ciudad toma el relevo de tu propia vida personal y la prolonga sin el menor esfuerzo». En él describe un paseo por Londres, a la hora del té, con la excusa de comprar un lápiz. El caso es que la excusa es totalmente válida para dar un paseo por el Londres de finales de los años 20 del siglo pasado, imaginar el interior de las ventanas iluminadas de Mayfair, visitar una librería de viejo en Charing Cross, atravesar el puente de Waterloo y llegar, de nuevo, a Bloomsbury.


Quien quiera una guía en la que señale la hora del cambio de guardia o cuál es el mejor puesto de comida pakistaní a orillas del Támesis, es evidente que este no es su libro. Pero para quien necesite algo más y quiera ver Londres con otros ojos, aunque sea camino del puesto de comida rápida pakistaní, este libro le va a demostrar que, callejeando por una ciudad, propia o extraña, se puede vivir una aventura que siempre se recordará. Quizás me lo lleve al viaje para releerlo tumbado en un parque londinense, después de haber comido la delicia pakistaní. Y tras volver a leerlo, una siesta con Virginia Woolf.