capitalismo democrático

A falta de unos días para que el demócrata Joe Biden se convierta en el 46 presidente de EEUU, transcurrida más de una semana desde el asalto al capitolio federal en Washington por parte de fascistas, seguidores y a instancias de Donald Trump, todavía inquilino de la Casa Blanca, me encuentro en la apasionante lectura de un libro escrito por el periodista arbizutarra, Mikel Reparaz, sobre la «actual» polarización del país norteamericano. Pero de Las grietas de América hablaré dentro de unos días.

El libro del que quiero hablar, escribir, hoy es un pequeño ensayo de menos de cien páginas, que recoge dos conferencias y un epílogo a modo de reflexión del filósofo y pensador francés, Alain Badiou, sobre Trump como síntoma mundial de una forma de hacer política, en realidad economía (¿acaso la política oficial es otra cosa?), globalizada que viene a llamar capitalismo democrático. El libro, editado por Clave intelectual, cuesta 14 euros y se titula en castellano, Badiou contra Trump. Lamentablemente no se encuentra en el catálogo de libros de la red de Bibliotecas de Navarra.

Este libro nos cuenta el previo. Es decir, las condiciones para que un tipo como Trump, racista, mafioso y showman, llegue a ser el presidente del motor del Imperio. ¿Qué ha ocurrido en la política estadounidense para que este empresario haya dirigido el país a través de su cuenta en Twitter? La respuesta, como casi siempre, parece bastante sencilla, aunque no lo es. La cuestión principal es saber hacer bien la pregunta. Y la pregunta, en este caso, no es otra que ¿cuál es la función de la clase política en un sistema democrático? Lo que lleva a la siguiente cuestión, ¿cuál es la función de un sistema democrático? Vamos allá.

Badiou parte de una constatación. El sistema capitalista globalizado, es el sistema que, actualmente, sostienen los sistemas democráticos en el mundo. Este sistema que se mantiene gracias a las desigualdades que crea (según su funcionamiento, para que unos ganen, otros tienen que perder), está agotado, ha fracasado. Pero en estos momentos no existe una alternativa real. La única alternativa, según el filósofo marxista, fue el sistema comunista que fracasó también estrepitosamente a finales del siglo XX. Todo esto, que dice Badiou, da lugar a una serie de reflexiones sobre el estado de los sistemas democráticos. Según el pensador, la función principal de los sistemas democráticos, de su establishment y administración, es la de sostener y defender el capitalismo, actualmente sujetos a las decisiones económicas de macroestructuras económicas y monopolios que actúan como verdaderos gobiernos a la sombra.

Llegados a este punto, Badiou, continúa la reflexión señalando que el fracaso del capitalismo y las cada vez mayores desigualdades creadas, es el caldo de cultivo en el que se han formado los sectores de trabajadores desencantados que se agarran a cualquier posibilidad, aunque sea un clavo ardiendo, que suponga un mensaje diferenciador del mensaje clásico del capitalismo democrático. Si este mensaje se lanza mediante manipulaciones, fake-news y desinformación, falsedades y mentiras constatadas, y es una especie de predicador quien se presenta como alternativa a ese establishment que condena a los trabajadores y trabajadoras a perder cada día más en sus supuestas posiciones de comodidad (y ahí entra en juego, también, la cuestión racial), el desastre está servido. En este punto, subraya que en las eleciones de noviembre de 2016, en realidad no se enfrentaron dos contrincantes con una propuesta diferente en cuanto al sistema, ya que, tanto Clinton, modelo de establishment desde el Partido Demócrata, como Trump, de facto parte de ese establishment no de partido sino de sentimiento, eran y son los valedores del capitalismo democrático en EEUU. Badiou señala también que en aquel momento sí pudo haber un antagonista de Trump en cuanto a ideas, que no era otro que Bernie Sanders, pensador y activista socialista, actualmente senador por Vermont, independiente en el Partido Demócrata. Pero, como se supo después y se intuía en el mismo momento, el señor Sanders fue boicoteado directamente desde el aparato de su propio partido.

El libro es de fácil lectura, de una extensión adecuada para que no lo dejes en el tercer capítulo, pedagógico en algo que, si bien no es algo que no se sepa, es capaz de ordenar y clarificar perfectamente las ideas sobre democracia y capitalismo. Tras la lectura del mismo, creo que se disponen de más elementos para poder hacer frente a esos otros Trump populistas y fascistas que ya están y muy posiblemente vayan llegando más en los próximos años a otros lugares del mundo, como Europa.

Hay algo que me dejó pensando al final del libro del señor Badiou. La alternativa a ese sistema de capitalismo democrático. Y cada vez que lo pienso, más me convenzo de que esa alternativa pasa por un pensamiento colectivo que fomente el cuidado de y desde las comunidades y por otro lado desde cada persona por trabajar más la empatía con el resto de seres humanos y con el lugar en el que habitamos.

coronavirus, cambio climático y guerra social

Errata Naturae aprovechó para hacer durante el confinamiento lo que el resto decía que había que hacer. Esto es, pensar, reflexionar y para eso, parar. Una editorial que decidió dejar de publicar libros durante el tiempo que durase la reflexión.Y pasados unos meses, nos obsequiaron con esa reflexión. Habrá quien pueda pensar que una reflexión de una editorial de poco puede servir a quien no se dedica a la edición de libros. Pero no, la verdad es que es una reflexión absolutamente válida para todo el mundo, cada cual en su campo o simplemente, si es que esto es simple, para la vida misma. Os animo a leerla.

El primer libro editado tras esta reflexión, no podía ser de otra forma, trata sobre el coronavirus. ¿Un libro sobre el coronavirus? ¿Quién va a querer leer un libro sobre el único tema con el que nos ametrallan a todas horas los medios y que se ha convertido en el eje de la vida del ser humano en todo el mundo? Bastante tenemos con eso, pensaran algunos, ¿verdad?

El murciélago y el capital. Coronavirus, cambio climático y guerra social, de Andreas Malm. Joder, el título se las trae. Por de pronto y después de esta lectura, adelanto que este escritor y activista sueco lo coloco entre los autores que no voy a perder de vista. Capitán Swing acaba de publicar otro libro suyo sobre las raíces del calentamiento global y Errata Naturae próximamente publicará otro que lleva el sugerente título de Cómo dinamitar un oleoducto: nuevas luchas para un mundo en llamas. Como para no hacerle caso. Sobre el libro, antes de que nadie se asuste, decir que es de lectura fácil. Se lee a gusto. Esto no quiere decir que sea un libro superficial, o que no ahonde en lo que expone. Ni siquiera quiere decir que esté escrito con simpleza o de un modo generalista. Lo digo porque en estos tiempos es mejor aclarar algunos conceptos. Es un libro escrito por una persona que utiliza buenas fuentes, que sabe de qué va el tema y que pretende que este conocimiento se extienda cuanto más mejor. Y lo hace en tres partes diferenciadas. Allá vamos.

  1. En esta primera parte, el señor Malm expone el origen del coronavirus, de dónde viene, cuáles han sido las causas de esta situación. En estos meses hemos escuchados teorías para todos los gustos, pero la realidad es bastante simple, aunque sea jodida. El covid-19 este, el SARS-CoV-2, es solo uno de los más de setenta tipos de coronavirus existentes (conocidos) que pululan por el mundo. Los hay agresivos con el ser humano, y otros inocuos. Es un tipo de organismo que se propaga y sobrevive gracias a otros seres vivos y uno de esos seres que mejor hacen la necesaria función de transporte es el murciélago. Hay otros animales que también lo hacen. Hasta ahí, todo más o menos claro. La cuestión es que los murciélagos habitan en un tipo de bosques desde hace miles de años, pero resulta que estos bosques, literalmente, los estamos aniquilando. Así que, ¿qué hace el murciélago, que lleva en su cuerpecito diferentes tipos de coronavirus y otros organismos? Pues buscarse otro lugar para vivir, pobre infeliz, en paz. Así que en ese viaje de un lugar a otro, atraviesan otros hábitats, donde la presencia del ser humano es mayor, donde hay mercados de comida, otros animales salvajes y domésticos (estos últimos casi todos en granjas industriales). Y claro, pues el coronavirus, en su afán de supervivencia, salta de un ser a otro. Todo esto en un mundo globalizado e hiperconectado físicamente por avión. Además de todo esto, el autor sueco nos explica su relación con el cambio climático, diferentes enfermedades y epidemias-pandemias anteriores y previsiblemente futuras, calentamiento global, movimientos migratorios y demás. Nos abre los ojos.
  2. En la segunda parte nos detalla las causas de ese calentamiento global. La causa es solo una: sistema capitalista hiperdesarrollado, que ha llevado a un modo de vida basado en el sobreconsumo a costa del agotamiento del planeta. Dicho de otra manera, cómo el agotamiento natural de la Tierra es consecuencia directa de la explotación económica que una minoría realiza para su enriquecimiento a costa del empobrecimiento de una mayoría. Hace un recorrido por varios países y gobiernos de esos países, de las decisiones que han tomado y toman, y de cómo esto afecta a la propia supervivencia del planeta. El capítulo es tremendo.
  3. Y en la tercera parte nos habla de la necesidad de construir alternativas a todo esto. Según Andreas Malm, ya no se trata de parar este cambio climático, sino directamente de darle la vuelta si es que queremos sobrevivir como planeta. Y para eso, hace un llamamiento a la guerra social. Medidas posiblemente impopulares desde nuestra mentalidad de cómodo consumidor con un click, como la paralización de la extracción de crudo, dejar de coger el avión hasta para ir al baño, y disminuir radicalmente nuestro consumo en general y la carne en particular. Además aboga por diferentes propuestas a nivel local que hagan frente al sistema capitalista y neoliberal. Y en esas estaba cuando he recordado conversaciones que tengo con amigas y amigos mientras paseamos o escritos que leo por alguna red social (sí, además de sectarismo, demagogia, maximalismo y enfrentamiento, en las redes sociales, si lo buscas, puedes encontrar cosas y gente interesante). Y aquí, en Iruñea, en Nafarroa, tenemos posibilidad de poner en marcha iniciativas basadas en algo tan nuestro como el comunal, como apuntan Alberto Jauregi y Xabi Senosiain, el auzolan y la vivencia comunitaria y vecinal. En cada lugar existirán alternativas posibles que deberán dejar de ser utopías si es que queremos lograr la Utopía de vivir en equilibrio en un planeta que tenemos que cuidar para poder cuidarnos entre nosotras y nosotros. Alternativas que tendrán que ponerse en marcha vigilando y defendiendo los derechos humanos y las libertades sociales y personales.

En definitiva, es un libro muy recomendable para cualquiera que quiera ir más allá de las cifras de afectados de la pandemia, más allá de las necesarias medidas gubernamentales (pre y post) y más allá del doloroso momento que estamos viviendo y que, sin duda, vamos a vivir en los próximos tiempos. Y si no es este libro, por favor, encontrad tiempo para leer siquiera algún reportaje sobre el tema, que esté bien contrastado, que tenga fuentes fiables y que dé pie a la reflexión individual y compartida. Salid a pasear por el campo, por un bosque o un parque, con amigos (y mascarilla) y comentad lo leído. Os sorprenderéis la de cosas que se aprenden en esos paseos.

No obstante, la crisis del coronavirus sí podría representar el momento en que los «seres humanos toman conciencia de su propia condición natural y ponen fin a su dominio de la naturaleza».

Theodor Adorno, Sobre la teoría de la historia y de la libertad (1964-1965).

un chute de ilusión

… podemos perseguir nuestros ideales no por una cuestión de diligencia, sino porque cuando se ambicionan hay alegría, y la propia alegría es una fuerza rebelde contra la pesadumbre y la insulsez de la vida diaria.

Hacía tiempo que no leía un ensayo político que me dejase tan buen sabor de boca. Es más, ha sido un chute de ilusión y de optimismo. De hecho, al leer alguna otra reseña de este libro, me ha sorprendido cuando lo catalogaba de poco optimista, porque, ¿qué hay más optimista que creer en el poder de las personas?

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«La propia alegría es una fuerza rebelde»…

Esperanza en la oscuridad. La historia jamás contada del poder de la gente, es un ensayo que, pese a tener un título de libro de autoayuda al uso, tiene una fuerza extraordinaria para quienes creemos en un mundo mejor y quienes seguimos apostando por una sociedad más igualitaria, feminista, progresista, sostenible, rebelde, ecologista, crítica, solidaria y empática. Su autora es Rebecca Solnit y el libro está editado por aquí por la editorial Capitán Swing. Lo bueno de Solnit es que no es una autora política de sillón, es decir, ha sido y es una activista social que ha practicado la lucha política contra los ensayos nucleares en Nevada, que ha militado en dinámicas contra las guerras declaradas por Bush, feminista convencida y ecologista practicante. Pero lo mejor de esta autora es que escribe los libros con una pedagogía apabullante que utiliza la memoria colectiva, tantas veces olvidada, como aliciente para el activismo. Y ahí, en medio de las victorias olvidadas y que son necesarias recordar, descubre la esperanza. Nuestra esperanza.

Rebecca Solnit hace un repaso de lo que para ella es la esperanza. La esperanza son las razones para ganar, las razones para seguir luchando por algo. Y lo contrario es lo que según la autora suele hacer la Izquierda. ¿Y qué hace (mos)? No tenemos en cuenta que para lograr grandes objetivos necesitamos objetivos más cercanos que ir consiguiendo. Caemos en el derrotismo porque no caemos en la cuenta de todo lo que hemos cambiado. Olvidamos las victorias producidas, no solo las pequeñas, sino las que tras un largo proceso han resultado determinantes. Al haber tanto por cambiar nos desesperamos. A veces creemos que con dar la vuelta a la versión oficial es suficiente. La versión invertida del «todo va bien», esto es, «todo va mal» es el anuncio del fracaso. Negar nuestro propio poder personal y colectivo, también es una derrota. Dedicarse a teorizar sin llevar la teoría a la práctica es otro elemento para la desesperanza. Proyectar la desesperación personal como análisis político, nostalgias varias de «en aquellos tiempos sí luchábamos», el discurso tremendista de «nada se puede hacer»… Todo eso y más, seguro que cualquiera podemos poner más ejemplos, son elementos e ingredientes que llevan al desgaste de quien lo intenta, a la frustración colectiva y muchas veces a la derrota de un proyecto.

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Pero una vez pasado ese capítulo en donde se hace la necesaria autocrítica, pasamos a los motivos para la esperanza, una esperanza que, para conseguirla, necesitamos echar mano de la nitidez y la imaginación. Solo se gana una revolución si te la crees. Y creer en esa posibilidad, produce alegría, personal y colectiva. Esa es una de las peculiaridades del activismo de izquierdas. Tenemos que pasar de la resistencia a la construcción, teniendo en cuenta que la victoria no es el final. El anticapitalismo lo practicamos diariamente, muchas veces sin darnos cuenta. Hay muchos gestos con los que construimos un modelo opuesto al capitalismo. La solidaridad es el ejemplo más claro. Cuando estamos frente a una dificultad, o incluso ante una catástrofe, la solidaridad, la fraternidad, la compasión que surgen, son formas absolutamente antagónicas al capitalismo. ¿Por qué no practicarlas conscientemente para seguir construyendo desde la Izquierda? Tenemos que cambiar el relato impuesto por las victorias oficiales y construirlo desde las victorias populares. Queda mucho por cambiar y por ganar. Los modelos emergentes de la ciudad del siglo XXI, el ecologismo, el feminismo, la libertad sexual, la libertad de expresión, el equilibrio mundial, incluso la espiritualidad. Y lo podemos hacer desde la esperanza.

Un libro para quien alguna vez ha pensado que hay cosas que no se pueden cambiar. Para quien lleva años de militancia social y política y para quien comienza esa andadura. Para quienes han imaginado muchas veces un cambio social, para que tengan más fundamentos para hacerlo realidad. Y sobre todo, para quienes creen, de verdad, que el activismo y la militancia política y social dan, sobre todo, motivos para la alegría.