el bardo Shakespeare desde Iruñea

Yo soy de los que descubrí a Shakespeare a través del cine, en una adolescencia y juventud en donde las historias del bardo inglés me llamaban poderosamente la atención. Naturalmente había estudiado a Shakespeare, sabía de qué iban un puñado de sus obras, pero no lo entendía. Aquel modelo de educación que se basaba en aprender de memoria los títulos de diez obras, dejó de lado la lectura y comprensión de las mismas. Pero el cine llegó en mi ayuda. El Hamlet protagonizado por Mel Gibson o Mucho ruido y pocas nueces, de Kenneth Branagh marcaron, en gran medida, mi afición a las obras de William Shakespeare. Más tarde vinieron El sueño de una noche de verano, con una maravillosa Michelle Pfeiffer como Titania y el descubrimiento de otras películas que, definitivamente, me convirtieron en un seguidor shakespeareano de su literatura.

Creo que la primera obra que leí fue Romeo y Julieta y desde entonces la he leído unas cuantas veces. El monólogo de Mercucio, que adelanta su propia tragedia, es una parte en la que, en cada relectura, descubro nuevos acentos. Esa original dulzura que está presente en toda la primera parte, llegó al fondo de mi ser desde el primer momento. Tras la tragedia de los dos amantes vinieron el resto, Hamlet que en su locura es el único que se atreve a decir la verdad, la avaricia del mercader de Venecia, el amor-odio entre Beatriz y Benedicto en Mucho ruido y pocas nueces o el fantástico cuento que es El sueño de una noche de verano. Casi he completado las obras de Shakespeare, varias de ellas releyéndolas, y sigo descubriendo frases, palabras, personajes, caracteres, leyendas, enseñanzas y significados. No creo que me canse jamás de leer a Shakespeare y en cuanto tengo ocasión me hago con una edición de alguna de sus obras o de algún libro sobre el autor.

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Este año se cumplen los 400 años de su muerte, el 23 de abril (el 3 de mayo según el calendario gregoriano vigente en la actualidad) y se me ha ocurrido que voy a releer toda la obra de Shakespeare, mes a mes. Evidentemente tardaré más de un año, pero no tengo prisa. La lectura, en estos tiempos, es algo que se hace, normalmente, en la intimidad, a solas o acompañado, pero casi siempre, a no ser que leas en voz alta, para ti mismo o misma. El caso es que podría hacer este recorrido shakespeareano yo solo, pero si a alguien le apetece acompañarme en este viaje estaré en cantado. Así, a modo de club de lectura, podremos leer y estudiar cada una de las obras de William Shakespeare. El esquema que propongo es sencillo:

  1. La última semana de cada mes haré una entrada que sirva de introducción a la obra. Contexto histórico, fuentes literarias, momento de la vida de Shakespeare en que la escribió, ediciones y traducciones disponibles (la lectura será de las traducciones al castellano), etc.
  2. Las dos primeras semanas será el tiempo que emplee o empleemos en leer la obra. Es un tiempo más que suficiente para leer con tranquilidad cualquier obra de Shakespeare.
  3. La tercera semana aportaré otros enfoques que se hayan hecho de la obra desde diferentes medios artísticos como la música, el ballet, el cine, la televisión, la pintura, la escultura o el cómic, además, evidentemente, del propio teatro.
  4. La cuarta semana servirá para poder hacer el comentario de la obra. Qué me ha parecido, qué es lo que me ha llamado la atención, qué personajes me han sorprendido, cuáles son las frases que me han motivado, etc. Esta será la semana para poder intercambiar esos comentarios, esas críticas con quien haya leído la obra.

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He tenido dudas sobre qué orden llevar en la lectura del canon shakespeareano porque posibilidades hay unas cuantas y cada una de ellas aporta algo diferente. Por orden alfabético, sin ningún orden preestablecido, primero las comedias y después las tragedias o al revés, o quizás alternar comedia con tragedia. Finalmente, dada la vocación de estudio que tiene en parte esta lectura crítica de todo Shakespeare, me he inclinado por leer las obras en el (supuesto) orden de elaboración y escritura de la propia obra. Al respecto existen diferentes cronologías que difieren unas de otras en algunas obras, pero que, en lo esencial, mantienen un orden bastante parecido. Con lo cual el calendario queda de la siguiente manera:

2016

Marzo. Enrique VI, 1ª parte, (1589-1590).

Abril. Enrique VI, 2ª parte, (1590-1591).

Mayo. Enrique VI, 3ª parte, (1590-1591).

Junio. Ricardo III, (1592-1593).

Julio. Los dos hidalgos de Verona, (1592-1593).

Agosto. Venus y Adonis, (1592-1593).

Septiembre. La comedia de los errores, (1593).

Octubre. La violación de Lucrecia, (1593-1594).

Noviembre. Tito Andrónico, (1593-1594).

Diciembre. La doma de la fiera, (1593-1594).

2017

Enero. Trabajos de amor perdidos, (1594-1595).

Febrero. Ricardo II, (1595).

Marzo. El rey Juan, (1594-1596).

Abril. Romeo y Julieta, (1595-1596).

Mayo. Sueño de una noche de verano, (1595-1596).

Junio. El mercader de Venecia, (1596-1597).

Julio. Enrique IV, 1ª parte, (1596-1597).

Agosto. Las alegres comadres de Windsor, (1597).

Septiembre. Enrique IV, 2ª parte, (1598).

Octubre. Mucho ruido y pocas nueces, (1598-1599).

Noviembre. Enrique V, (1599).

Diciembre. Julio César, (1599).

2018

Enero. Como gustéis, (1599).

Febrero. Hamlet, (1600-1601).

Marzo. El Fénix y la tórtola, (1601).

Abril. Noche de Reyes, (1601-1602).

Mayo. Troilo y Crésida, (1601-1602).

Junio. Bien está lo que bien acaba, (1602-1603).

Julio. Medida por medida, (1604).

Agosto. Otelo, (1604).

Septiembre. El rey Lear, (1605).

Octubre. Macbeth, (1606).

Noviembre. Antonio y Cleopatra, (1606).

Diciembre. Coriolano, (1607-1608).

2019

Enero. Timón de Atenas, (1607-1608).

Febrero. Pericles, (1607-1608).

Marzo. Sonetos, (1593-1609).

Abril. Cimbelino, (1609-1610).

Mayo. El cuento de invierno, (1610-1611).

Junio. La tempestad, (1611).

Julio. Elegía fúnebre, (1612).

Agosto. Enrique VIII, (1612-1613).

Septiembre. Los dos nobles caballeros, (1613).

Esta cronología la he tomado de la obra Shakespeare, la invención de lo humano, de Harold Bloom. Anagrama, 2002.

Obras escritas en colaboración, dudosas en su atribución y otros escritos:

Octubre. Faetón, atribuida, (1591).

Noviembre. Tomás Moro, atribuida, (1592).

Diciembre. Arden de Faversham, colaboración, (1592).

2020

Enero. Querellas de una amante, atribuida (1597).

Febrero. El peregrino apasionado, atribuida (1599).

Marzo. La tragedia española, colaboración, (1602).

Abril. Mucedorus, colaboración, (1610).

Mayo. Cardenio, colaboración, atribuida, (1613).

Junio. Epitafio y testamento, (1616).

Bueno, pues este es el plan. Ambicioso, lo acepto. Pero profundamente intenso y que, seguramente, me ofrecerá muy buenos momentos. Si quieres acompañarme en este viaje, en su entero recorrido, o en cualquiera de sus trayectos, aquí tienes tu sitio. Yo, encantado de la compañía. Un paseo siempre es más agradable en compañía y con una buena conversación.

Para recoger todos lo que vaya sucediendo en el camino he abierto este blog en donde se irán ordenando todas las entradas referidas a Shakespeare. Bienvenidas y bienvenidos a Shakespeare desde Iruñea.

concierto peligroso

La escena que presento hoy es, para mi, el momento clave de una película que, en su momento, me impactó. Tras ver Las amistades peligrosas, quedé maravillado de aquella historia, de la ambientación de la película, los lugares que aparecían en ella, los trajes y vestidos, su música, John Malkovich, Michelle Pfeiffer, Uma Thurman, Keanu Reeves y sobre todo una impresionante, en todos los sentidos, Glenn Close, con la cual estuve a punto de convertirme en un fan friki. Es lo que tiene la adolescencia.

La película, dirigida en 1988 (joder cómo pasa el tiempo) por Stephen Frears, cuenta la extraordinaria historia de La Marquesa de Merteuil que, por despecho hacia su amante que la acaba de abandonar, se alía con otro antiguo amante, el Vizconde de Valmont, para que desvirgue a la que será la esposa de su ex, que además es la hija de su prima. Un lío. La cuestión es que el tal Valmont, que es un pieza de cuidado, está ahora intentando montárselo con Madame de Tourvel, una beata casada, así que la marquesa le propone un juego en el que ella hará lo posible por ponerle a la beata en bandeja, con la condición de levantarse a la virginal Cécile. El final, como no puede ser de otra manera, se desmadra, alguna se muere, a otros les matan y para desgracia de la marquesa, todo París se entera de lo sucedido. La escena final de la película es de las de antología.

En cuanto a la escena que traigo, se trata de la victoria de Valmont sobre la joven Cécile (a la fuerza…), como consigue acostarse con ella, como el ambiente se enrarece en la casa y como la marquesa es solicitada para ayudar en este percal. No saben lo que se les viene encima. El caso es que Frears, cuya película cuenta con una muy buena banda sonora compuesta por George Fenton, utiliza para toda esta escena el primer movimiento, Allegro, del Concierto para cuatro claves en en la menor, BWV 1065, de Johann Sebastian Bach. Un acierto en el ritmo de la escena y en la ambientación del hecho que narra. Esta es la escena:

En cuanto a la obra de Bach, señalar que, en realidad, se trata de una adaptación para cuatro claves de un concierto para cuatro violines de Antonio Vivaldi. Esta práctica era muy habitual en la época y no era ningún desmerecimiento para quien lo hacía. De todos modos hay que resaltar que esta es la única adaptación de un concierto para la clave que Bach hizo de una composición que no era propia. En 1713, el duque de Sajonia-Weimar, al servicio del cual estaba el compositor, regresó de un viaje con un montón de partituras, muchas de ellas de música italiana. El caso es que a Bach le interesó sobremanera el esquema de concerto grosso, imperante ene se momento por aquellas tierras, cuya característica principal es la alternancia de la orquesta con instrumentos solistas. Así que, años más tarde, cogió una de esas partituras, la del Concierto para cuatro violines en si menor, RV 580, de Antonio Vivaldi, para adaptarlo al teclado. La adaptación está compuesta de tres movimientos, Allegro, Largo, Allegro, y cosa los tres están en el mismo tono, en la menor, cosa que el concierto de Vivaldi no. La música es viva en su principio que es la parte que se utiliza en la película y destaca el segundo movimiento de Bach, que fue catalogado de innovador en su momento. Os dejo con la versión al piano que Argerich, Kissin, Levine, Pletnev interpretaron en Verbier, en su Festival de Música clásica, el 22 de julio de 2002.

Y, como no podía ser de otra manera para completar la audición, os dejo, también, la versión original de Vivaldi, interpretada por el Giardino Armonico.

En cuanto a las versiones bachianas me quedo con dos. Las dos con claves, no con pianos. En primer lugar la que hacen los virtuosos The English Concert, drigidos por Trevor Pinnock, una versión que se recoge en esta integral de los conciertos para diferentes instrumentos de Bach en donde lo más reseñable es el acierto en el tiempo empleado. Esta interpretación fue editada por el sello Archiv. La segunda versión es la de Café Zimmermann en el cuarto volumen de los Conciertos para diversos instrumentos, una versión muy fresca que merece la pena y que se puede adquirir cada álbum por separado.

Y ya que estamos, os dejo con dos versiones del concierto original de Vivaldi. La primera es excelente, llena de vida y llena de la genialidad de Jordi Savall dirigiendo a Le Concert des Nations para su propio sello Alia Vox. La segunda nos ofrece la posibilidad de escuchar la versión vivaldiana de la mano de Café Zimmermann, que también interpretan en otro álbum la versión del cantor de Leipzig, también en Alpha.

Y dejadme despedirme con la escena final de Las amistades peligrosas. Solo por esta escena Glenn Close se merecía el Oscar a la mejor actriz principal que Jodie Foster ganó en los premios de Hollywood de aquel año.

P.D. A todo esto, la película está basada en la novela epistolar de Pierre Choderlos de Laclors, publicada en 1782 y que merece, y mucho, leerla. Es de esas obras que lees, poco a poco, a gusto y gozando de ella. Hay una buena edición de Mondadori y otra en versión bolsillo de Cátedra.